Crítica:MÚSICA

El gran Stravinski frente al dudoso Chaikovski

Continuó Aldo Ceccato al frente de la Orquesta Nacional su ciclo contrastante de la presente temporada: Chaikovski frente a Stravinski. En este caso, el autor de la Patética quedó perjudicado, pues su Tercera sinfonía, de 1875, no se cuenta entre sus títulos sefieros, mientras Petruchka lo será siempre dentro de la producción de su autor y de la entera invención musical del siglo XX.Obras como la Sinfonía en re mayor justifican el occidentalismo abusivamente atribuido a Chaikovski, quien sólo dos anos después se mostraría tan hondamente ruso en la ...

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Continuó Aldo Ceccato al frente de la Orquesta Nacional su ciclo contrastante de la presente temporada: Chaikovski frente a Stravinski. En este caso, el autor de la Patética quedó perjudicado, pues su Tercera sinfonía, de 1875, no se cuenta entre sus títulos sefieros, mientras Petruchka lo será siempre dentro de la producción de su autor y de la entera invención musical del siglo XX.Obras como la Sinfonía en re mayor justifican el occidentalismo abusivamente atribuido a Chaikovski, quien sólo dos anos después se mostraría tan hondamente ruso en la Cuarta sinfonía, aun cuando sus pasos no siguieran a los nacionalistas del Grupo de los Cinco de San Petersbusgo. Durante gran parte de la Sinfonía número 3 nos parece escuchar a un extraño Chaikovski, un tanto mendelssofiniano, y ni siquiera La polonesa, desde la que se subtituló, sin demasiada justificación, la partitura, puede compararse a la de Eugenio Oniegin, por ejemplo.

Orquesta Nacional de España

Director: A. Ceccato. Obras de Chaikovski y Stravinski. Auditorio Nacional. Madrid, 26 de noviembre.

De Petruchka, estrenada como ballet en 1911, dirigió Ceccato la revisión de 1946, fechada en Hollywood, en la que Stravinski redujo algo la orquesta e introdujo leves modificaciones que no atañen a la sustancia de la genial creación.

Obras difíciles ambas, fueron abordadas con gran dominio por Ceccato, y con entusiasmo y competencia por nuestros profesores de la ONE, aunque creo no equivocarme al suponer menos ensayos de los necesarios: faltó ese último sobo que otorga libertad y brillo mayores a una ejecución, como la de ahora, ya en principio meritoria y acogida por el público con prolongadas ovaciones.

Fueron menores las dedicadas a Chaikovski, pero el único culpable es el compositor, que en esta sinfonía decepcionó a muchos cuando su estreno, y sigue decepcionando a tantos entusiastas de uno de los compositores más programados entre los del siglo XIX.

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