Más allá de la interpretación

No hay otro caso igual en la actualidad en la interpretación de la música. Cuando se ve y se escucha a Gustav Leonhardt (Graveland, Holanda, 1928) el espectador tiene en algún momento la ilusión de estar viendo, escuchando, al propio Bach: hasta tal extremo llega la identificación entre instrumentista y compositor. Su gran contribución a la interpretación musical parte de la pureza del estilo, de la sobriedad, del pensamiento racional, de la fidelidad al autor y su época.Por ello en los clavecinistas franceses y sobre todo en la Suite en do menor BWV 955, de Bach, el público pudo vivir ...

No hay otro caso igual en la actualidad en la interpretación de la música. Cuando se ve y se escucha a Gustav Leonhardt (Graveland, Holanda, 1928) el espectador tiene en algún momento la ilusión de estar viendo, escuchando, al propio Bach: hasta tal extremo llega la identificación entre instrumentista y compositor. Su gran contribución a la interpretación musical parte de la pureza del estilo, de la sobriedad, del pensamiento racional, de la fidelidad al autor y su época.Por ello en los clavecinistas franceses y sobre todo en la Suite en do menor BWV 955, de Bach, el público pudo vivir la sensación de que en frente estaba un personaje de otra época, de que estaba Bach.

Las continuadas y atronadoras ovaciones fueron también el reflejo de que algo perturbador estaba pasando en la sala más allá de la música y del tiempo.

Así lo vio también Jean Marie Straub en su película Crónica de Anna Magdalena Bach, haciendo que el músico encarnara el papel de Bach.

Pero las fusiones van mucho más allá. El mismo Straub ha escrito: "Bach es para mí uno de los últimos personajes de la historia de la cultura alemana en el que no hay todavía divorcio entre lo que se llama artista e intelectual. No hay en él la menor separación entre la inteligencia, el arte y la vida. Es lo contrario de Goethe". Justamente lo mismo se puede aplicar a Leonhardt, investigador, importante teórico y humanista.