Esquivo de su pasado

ENVIADO ESPECIALEn la pequeña ciudad de veraneo de la costa adriática, pocos recuerdan a Fellini. Sus paisanos señalan como raras las ocasiones en que lo vieron, y dicen que "no paseaba por el barrio en el que creció, esquivo de su pasado".

Hasta el propio alcalde, Giuseppe Chicchi, ha tenido que reivindicar la Rímini felliniana como algo real, diferente a la Amarcord que el cineasta inventó. "Espero que la ciudad testimonie todo su afecto a este gran conciudadano", dijo Chicchi. "El hecho de que Fellini quisiera ser enterrado en Rímini es signo del gran afecto que sentía por el ...

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ENVIADO ESPECIALEn la pequeña ciudad de veraneo de la costa adriática, pocos recuerdan a Fellini. Sus paisanos señalan como raras las ocasiones en que lo vieron, y dicen que "no paseaba por el barrio en el que creció, esquivo de su pasado".

Hasta el propio alcalde, Giuseppe Chicchi, ha tenido que reivindicar la Rímini felliniana como algo real, diferente a la Amarcord que el cineasta inventó. "Espero que la ciudad testimonie todo su afecto a este gran conciudadano", dijo Chicchi. "El hecho de que Fellini quisiera ser enterrado en Rímini es signo del gran afecto que sentía por el lugar donde nació. La presunta frialdad de Fellini en su relación con Rímini es un hecho inexistente. Era reserva. Era la actitud de una persona que había hecho carrera y que, de vuelta a su ciudad, trataba de pasar inadvertido".

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Ayer, mientras montaban paneles y luces en la sala de columnas del Teatro Municipal, donde hoy quedará instalada y abierta al público la capilla ardiente, los obreros discutían sobre el rodaje de Amarcord. Uno estaba convencido de que en la película aparecen escenas en la plaza de Cavour y el Grand Hotel. Otro le contradijo secamente: "Aquí no pisó. Todo lo rodó en estudio".

Mañana, día del entierro de Fellini en el cementerio donde reposan sus padres, la comitiva pasará junto al cine Fulgor, el mismo de Amarcord, aunque, eso sí, recreado por Fellini en un decorado de Cinecittá.

Uno de sus paisanos recuerda con amargura que Fellini ni siquiera les contestó cuando le invitaron a representar a su barrio el día de la fiesta. Otro dice que no se dejaba ver por el centro histórico y que su casa era el Grand Hotel, junto a la playa. Pero este alejamiento lo atribuyen al carácter típico de Rímini: hermético, introvertido.

Precisamente en ese viejo hotel de lujo sufrió Fellini su primer ataque el pasado verano, y el responsable del establecimiento, Pietro Arpesella, está pensando en no volver a alquilar la habitación 315, en la que siempre se alojaba, dedicándola a la memoria del director.

Junto al Grand Hotel se encontrará a partir de ahora una plaza dedicada a Federico Fellini, y el Ayuntamiento, que ha llenado las carteleras municipales con un bando dedicado a la muerte del cineasta, también prevé abrir una fundación de estudio de su obra.

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