Un legado de saber

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En los años setenta, los llamados movimientos alternativos descubrieron el idílico paraje de Matallana. Grupos de jóvenes ocuparon las casas desiertas e intentaron emprender un nuevo tipo de vida. Los incipientes colonos estudiaron el entorno y reconstruyeron algunas viviendas. Pidieron permiso para establecerse legalmente en la zona. Nadie les hizo caso.Desengañados, abandonaron el pueblo. Sin embargo, dejaron un legado: un profundo estudio sobre la fauna, flora e historia del lugar.

En aquel inventario se recogen las siguientes aves obervadas en el entorno: águilas perdiceras, búhos reales, cárabos, perdices, ruiseñores, petirrojos y abejarucos. Entre los vertebrados, descubrieron jabalíes, corzos, zorros, jinetas, comadrejas, gatos monteses, topos y musarañas.

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Catalogaron más de 20 especies distintas de árboles: hallaron álamos lombardos, olmos ingleses, encinas, robles, fresnos, sauces, castaños y cerezos.

De los arbustos y hierbas estudiados destacaban el espino, el albar, brezos, zarzas, tomillo, orégano, hinojo, uñas de gato y dientes de león.

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