EL ESTRENO DE LA TEMPORADA

El triunfo del mestizaje

Nadie se resistió a la convocatoria. Desde Pablo González, hijo mayor del presidente del Gobierno, que se ocultaba tras su larga melena grunge cada vez que vislumbraba la amenaza de una cámara fotográfica, a Ricardo Bofill Jr. que, sin Chabeli y con gafas, no se sentía intimidado por nada. A su lado, Matilde Fernández, con taconcitos y bolso de cadena dorada, se marcaba unos pases de salsa con un grupo de amigos. Carmen Alborch, que pasó casi desapercibida ante tanta modernez, se fue a una hora prudente y Cristina Almeida apareció junto a un atractivo acompañante.A ninguna de estas tres...

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Nadie se resistió a la convocatoria. Desde Pablo González, hijo mayor del presidente del Gobierno, que se ocultaba tras su larga melena grunge cada vez que vislumbraba la amenaza de una cámara fotográfica, a Ricardo Bofill Jr. que, sin Chabeli y con gafas, no se sentía intimidado por nada. A su lado, Matilde Fernández, con taconcitos y bolso de cadena dorada, se marcaba unos pases de salsa con un grupo de amigos. Carmen Alborch, que pasó casi desapercibida ante tanta modernez, se fue a una hora prudente y Cristina Almeida apareció junto a un atractivo acompañante.A ninguna de estas tres veteranas. feministas parecía que se les hubiera atragantado la noche tras contemplar la violación más larga del cine español, en una de las secuencias más importantes del filme.

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Entre los cuerpos que más aguantaron estaban los del músico Coque Malla y su amigo el escritor Ray Loriga, que, a altas horas de la madrugada, seguían jugueteando y saltando por la sala. Mucho más tranquila parecía la joven actriz Penélope Cruz, que llegó acompañada por el actor Pere Ponce y que lució su nuevo corte de pelo.

Sin duda la salida de la fiesta que provocó mayor expectación fue la del diseñador Jean Paul Gaultier, el modista de Madonna, y el propio Almodóvar, que abandonaron la sala a las 5.30 de la madrugada para ir a una discoteca de la ciudad. El ruidoso murmullo que estalló en la fiesta al ver al modista francés contrastó con su paso indadvertido por la Gran Vía, en la que ningún viandante reconoció al excéntrico creador. Sólo su pantalón de cuero negro, su falda escocesa y su inconfundible pelo blanco despertaron la curiosidad de alguno.

Mientras el director de Kika hacía de mago de ceremonia en el interior del teatrillo, su hermano Agustín, productor ejecutivo de sus películas, hacía de discreto anfitrión. Poco a poco saludó educadamente a sus invitados. Su elegante indumentaria contrastó con lo que al parecer es una manía de los hermanos Almodóvar: esconder el paquete de tabaco en los calcetines.

El torero perdido

El más torero fue el periodista del programa ¿Quién sabe dónde?, Paco Lobatón, único representante de un reality show -tan ácidamente criticados en Kika- que dió la cara. Lobatón aguantó el tipo con gran paciencia ante la lluvia de chistes y de frases -del tipo "no te pierdas que está por aquí Lobatón"- que le cayeron durante toda la noche. Al ex ministro del Interior José Barrionuevo tampoco le traicionó su sentido del orden y supo ver con humor la burla de Almodóvar a la policía española.

Una verdadera troupe fue la de Lola Flores que, con un abrigo de piel blanca, se presentó encabezando a su familia. Entre los diseñadores no faltó Manuel Piña, ataviado con una gran capa como la de los tunos, y todos los ayudantes de Sybylla.

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