Crítica:

Eduardo Arroyo a tres bandas

Los diez últimos años del derrotero artístico de Eduardo Arroyo (Madrid, 1937), en sus distintas facetas de pintor, escultor, dibujante e ilustrador, y su trayectoria completa como cartelista, constituyen el núcleo de la simultánea propuesta expositiva de las ciudades de Huesca y Zaragoza para este otoño.En el Palacio de Sástago de Zaragoza se presenta una selección de su pintura en los años ochenta, junto a una numerosa representación de su producción de carteles entre 1963 y 1993, cuyo catálogo completo, a cargo de Fabrian di Rocco, ha sido publicado al efecto.

Sin salirnos todavía de...

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Los diez últimos años del derrotero artístico de Eduardo Arroyo (Madrid, 1937), en sus distintas facetas de pintor, escultor, dibujante e ilustrador, y su trayectoria completa como cartelista, constituyen el núcleo de la simultánea propuesta expositiva de las ciudades de Huesca y Zaragoza para este otoño.En el Palacio de Sástago de Zaragoza se presenta una selección de su pintura en los años ochenta, junto a una numerosa representación de su producción de carteles entre 1963 y 1993, cuyo catálogo completo, a cargo de Fabrian di Rocco, ha sido publicado al efecto.

Sin salirnos todavía de la capital aragonesa, se puede ver en la galería Miguel Marcos una de las más recientes suites de grabados que ilustran el texto de Julián Ríos Sombreros para Alicia. Mientras, en la sala de exposiciones de la Diputación de Huesca se nos ofrece alguna de las series más características de su trabajo escultórico en estos años, como son las dedicadas al Tío Pepe o a la emblemática figura del deshollinador, además de una representativa muestra de la prolija faceta de dibujante e ilustrador de libros, en la que destaca la colección de dibujos originales para la edición del Ulises prohibido, cedidos por el Círculo de Lectores.

Eduardo Arroyo

Palacio de Sástago, Zaragoza. Sala de exposiciones de la Diputación de Huesca. Hasta el 28 de noviembre. Sombreros para Alicia: Grabados. Galería Miguel Marcos, Zaragoza. Hasta el 25 de noviembre.

Así, en este conjunto dislocado de citas, podemos reconstruir el derrotero inquieto en los últimos años de uno de los más personales fabuladores de imágenes de la pintura española contemporánea.

La experiencia vital y artística de Eduardo Arroyo en la década de los ochenta ha estado marcada principalmente por el desenlace de su prolongado exilio político, situación que le había acompañado desde el principio de su carrera de pintor, hacia 1963, y, por tanto, marcada por la siempre complicada y desconcertante operación de retorno.

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