Crítica:DANZA

La referencia como inspiración

La segunda oferta de Castafiore es un espectáculo basado en un sinfín de especulaciones y referencias cultas. El decontructivismo, base estética de su trabajo, se cita desde el comienzo con las proyecciones pensadas para ser vistas a través de las gafas estereoscópicas, donde abundan el rupturista trazo diagonal y las falsas perspectivas.El tejido ambiental del primer cuadro resucita la manera de hacer del grupo milanés Memphis con sus colores primarios y estampados vulgares para formica. Todo es visualmente muy rico, como para que el espectador no tenga pausa. A continuación, las referencias ...

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La segunda oferta de Castafiore es un espectáculo basado en un sinfín de especulaciones y referencias cultas. El decontructivismo, base estética de su trabajo, se cita desde el comienzo con las proyecciones pensadas para ser vistas a través de las gafas estereoscópicas, donde abundan el rupturista trazo diagonal y las falsas perspectivas.El tejido ambiental del primer cuadro resucita la manera de hacer del grupo milanés Memphis con sus colores primarios y estampados vulgares para formica. Todo es visualmente muy rico, como para que el espectador no tenga pausa. A continuación, las referencias más evidentes son el filme Metrópolis (1926), de Fritz Lang, la arquitectura utopista del Ledoux del teatro de Besançon o el Boullé del Cenotafio de Newton, el rascacielos poético de Adolf Loos, y, naturalmente, Jacques Derrida y Daniel Libeskind (aparece al final casi literalmente su polémico plano inclinado sobre Berlín), nuevos popes de ese temblor que asuela las ciudades modernas. Todo ello para fondo de una danza de disciplina y geometría.

Castafiore

4-Log Volapuk. Coreografia y música: Marcia Barcellos y Karl Biscuit. Diseños: Benolt Petit y Philippe Etienne. Sala Olimpia. Madrid, 22 y 23 de octubre.

Especialmente interesantes las dos Tanz enigmatik, especie de intermedios, que son un homenaje directo al aparato de tramoya empleado por Wassily Kandinski en Bauhaus cuando creó Cuadros para una exposición, de Mussorski. El resultado es, sencillamente, brillante.

Finalmente, los textos de Racine, descontextualizados y llevados a un extremo de lenguaje puro, sirven de corpus verbal a una cruda alegoría del poder tiránico.

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