Tribuna:

Una silueta de paz

El proceso de paz iniciado en Madrid hace casi dos años está en el umbral de una fase histórica. Lo dicen con euforia líderes palestinos e israelíes convencidos de que lo que se vislumbra en el horizonte de Oriente Próximo no es un espejismo sino la silueta de un acuerdo extraordinariamente prometedor.Para Yasir Arafat e Isaac Rabin, la paz comienza a abandonar el campo de la abstracción. Está poco menos que a la vuelta de la esquina. Tiene incluso referencias geográficas precisas: la franja de Gaza y la ciudad cisJordana de Jericó.

Palestinos e israelíes esperan que la ronda de negocia...

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El proceso de paz iniciado en Madrid hace casi dos años está en el umbral de una fase histórica. Lo dicen con euforia líderes palestinos e israelíes convencidos de que lo que se vislumbra en el horizonte de Oriente Próximo no es un espejismo sino la silueta de un acuerdo extraordinariamente prometedor.Para Yasir Arafat e Isaac Rabin, la paz comienza a abandonar el campo de la abstracción. Está poco menos que a la vuelta de la esquina. Tiene incluso referencias geográficas precisas: la franja de Gaza y la ciudad cisJordana de Jericó.

Palestinos e israelíes esperan que la ronda de negociaciones bilaterales que se inicia hoy en Washington culmine con una declaración general de principios capaz de sentar finalmente las bases de un acuerdo de paz. Según el plan, Israel otorgaría autonomía limitada a Gaza y Jericó como paso inicial hacia una solución en el resto de los territorios ocupados. Más de millón y medio de palestinos podrían comenzar a soñar con ser gobernados por sus compatriotas "en cuestión de semanas".

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La fórmula de esta inaudita convergencia de voluntades entre enemigos irreductibles es ciertamente más complicada y confusa. El verdadero fondo de las soluciones provisionales impulsadas por Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) se conocerá en los próximos días.

Un juego arriesgado

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Tanto Arafat como Rabin se están embarcando en el más arriesgado juego de sus largas y belicosas carreras. Poderosos sectores políticos israelíes ven el plan de autonomía como un suicidio nacional. Entre muchos palestinos existe la convicción de que un acuerdo con Israel conlleva la semilla de la "gran traición" a la causa nacionalista árabe en general, amén de un epitafio para cinco años de rebelión popular en los territorios ocupados.

En el plano práctico, las cosas permanecen igualmente difusas. Para la OLP, Israel deberá retirar sus tropas de Gaza y Jericó y permitir el funcionamiento de la organización y el libre movimiento de sus miembros.

Los palestinos leales a Arafat hablan abiertamente de "soberanía total" en Gaza y Jericó, pero incluso sus más cercanos asesores saben que ello seguirá siendo de momento otra quimera más. Israel ve la autonomía de Gaza y Jericó en un plano más constreñido. Los palestinos podrán tener su aparato de policía, pero la seguridad de las fronteras -con Jordania, en el case de Jericó, y con Egipto, en Gaza- debe seguir en manos del Ejército israelí. El repliegue militar, por tanto, sería relativo. Además, tropas israelíes seguirán custodiando los asentamientos de colonos judíos en la franja y en las proximidades de Jericó. Un importante sector de los palestinos considera que ellos seguirán viviendo en la pobreza y en el punto de mira de los fusiles israelíes. Un poco mas lejos de los soldados, pero siempre al alcance de una bala.

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