Cartas al director

Cuba y Brasil

Vargas Llosa comenta escandalizado en su artículo Desbarajuste con samba (EL PAÍS, domingo 2 de julio) que el Gobierno castrista ha reducido "... los niveles de vida de la población cubana a extremos africanos...", y plantea que esto se debe a la propia naturaleza del sistema comunista cubano. Sin embargo, Vargas Llosa olvida que para encontrar estos niveles de vida africanos no hace falta salir de América Latina, pues en un país tan democrático como Brasil (la octava economía mundial, según un informe sobre el desarrollo humano de la ONU) la tasa de mortalidad infa...

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Vargas Llosa comenta escandalizado en su artículo Desbarajuste con samba (EL PAÍS, domingo 2 de julio) que el Gobierno castrista ha reducido "... los niveles de vida de la población cubana a extremos africanos...", y plantea que esto se debe a la propia naturaleza del sistema comunista cubano. Sin embargo, Vargas Llosa olvida que para encontrar estos niveles de vida africanos no hace falta salir de América Latina, pues en un país tan democrático como Brasil (la octava economía mundial, según un informe sobre el desarrollo humano de la ONU) la tasa de mortalidad infantil es superior a la de Sri Lanka, acaban la escuela secundaria menos niños que en Etiopía y se vacunan menos niños que en Tanzania y en Botsuana; más del 40% de la población (casi 53 millones de personas) pasa hambre y millones de niños viven en la calle a disposición del primer escuadrón de la muerte que, financiado por esos comerciantes brasileños que ponen la ley, el orden y la libertad (especialmente la de enriquecerse a costa de quien sea) por encima de todo, los masacre (algo que, por otra parte, también sucede en países también democráticos como Colombia o Guatemala, donde, como dice Lorca en Poeta en Nueva York, "... las monedas en enjambres furiosos taladran y devoran abandonados niños" con total impunidad (Chomsky, N.: El miedo a la democracia, editorial Crítica, 1993, páginas 266 y siguientes).Evidentemente, en Cuba no hay escuadrones de la muerte que asesinen niños, y la mayoría de ellos, por no decir todos, tienen asegurada su alimentación y su formación académica, algo impensable para los casi siete millones de niños que viven en las calles de Brasil o para los muchos millones de niños de los países democráticos de América Latina, los cuales "... comprenden con sus huesos que no habrá paraíso ni amores deshojados" (Lorca, obiter dicta). Estas pequeñas diferencias entre la "cruel dictadura castrista" y los "democráticos" países de su entorno son fácilmente comprobables, pero Vargas Llosa no las ve o no las quiere ver, haciendo buena la frase de san Jerónimo (Epístolas, 271) según la cual para el asno suena la lira en vano.-

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