Crítica:DANZA

Nostalgia del guerrero

A la frase tradicional en castellano "bebes más que un cosaco" pueden agregarse otras en ruso: "Hueles como un cosaco" o "ya verás cuando pasen los cosacos". Lo cierto es que esa fama, merecida o no, hoy es sólo oscura leyenda y no tiene nada que ver con lo que nos ha llegado hoy día de ese pueblo de raigambre feudal y que ha dejado, sobre todo al folclore del centro y del sur de Rusia, un patrimonio de cantos y danzas marciales.Las riberas del Don vieron aparecer a estos grupos de soldados de fortuna y de fronteras, que gozaron hasta la revolución bolchevique de 1917 de inmunidad absoluta. Mi...

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A la frase tradicional en castellano "bebes más que un cosaco" pueden agregarse otras en ruso: "Hueles como un cosaco" o "ya verás cuando pasen los cosacos". Lo cierto es que esa fama, merecida o no, hoy es sólo oscura leyenda y no tiene nada que ver con lo que nos ha llegado hoy día de ese pueblo de raigambre feudal y que ha dejado, sobre todo al folclore del centro y del sur de Rusia, un patrimonio de cantos y danzas marciales.Las riberas del Don vieron aparecer a estos grupos de soldados de fortuna y de fronteras, que gozaron hasta la revolución bolchevique de 1917 de inmunidad absoluta. Mientras el fisco del zar sangraba a campesinos y artesanos, los cosacos no soltaban ni un cópec. Eran una especie de guardia mora del zar de todas las Rusias con un estricto código de honor que incluía a la mujer, la práctica de la complicada liturgia ortodoxa y el divertimento colectivo: el baile. La danza tenía muchas veces un sentido de afirmación gremial.

Compañía Cosacos de Rusia

Solistas: Ígor Chianov, N. Tertichnaia, S. Strekalev y V. Yurna. Director: Leonid Mikovanov. Teatro Calderón. Madrid, 6 de junio.

El conjunto tiene un marcado acento popular. El espectáculo es muy discreto y se desmarca de las grandes estructuras folclóricas que solían llegar de la extinta Unión Soviética. Esta escala humana y modesta quizá ayuda a comprender un poco más los bailes en su sentido original, del que seguramente queda bien poco. Lo coreográfico y teatral sustituye a los elementos ancestrales. El vestuario, colorista y muy variado, ayuda y ameniza un humor algo pedestre y de andar por casa, con una burla ácida del machismo (un cosaco persigue durante casi toda la velada a su chica con un látigo en la mano). Otra curiosidad es que los colores zaristas en gorras y uniformes han sustituido a los soviéticos, desapareciendo las insignias. Desconcierta bastante la presencia de guitarras eléctricas y una moderna batería en un acompañamiento musical que, originalmente, sólo debía llevar la percusión tradicional, el acordeón y las cuerdas.

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