"Psiquicamente es demasiado duro"

El periodista Jeffrey Schmalz tiene un. aspecto sano, envuelto en la pulcritud de su traje gris de cachemir, con su corbata de seda y sus zapatos ingleses. De cerca, se aprecian en su rostro unas manchas rosas en su cara que prueban una de las derivaciones de la presencia del virus del sida."No sé cuánto tiempo más voy a poder seguir haciendo esto, físicamente todavía estoy bien, aunque tengo menos memoria y los dedos de una mano entumecidos. Psíquicamente es demasiado duro. A veces salgo de la habitación de un hospital de ver a un moribundo y las piernas me empiezan a temblar. En ese momento ...

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El periodista Jeffrey Schmalz tiene un. aspecto sano, envuelto en la pulcritud de su traje gris de cachemir, con su corbata de seda y sus zapatos ingleses. De cerca, se aprecian en su rostro unas manchas rosas en su cara que prueban una de las derivaciones de la presencia del virus del sida."No sé cuánto tiempo más voy a poder seguir haciendo esto, físicamente todavía estoy bien, aunque tengo menos memoria y los dedos de una mano entumecidos. Psíquicamente es demasiado duro. A veces salgo de la habitación de un hospital de ver a un moribundo y las piernas me empiezan a temblar. En ese momento pienso que voy a dejar de escribir de esto, pero de alguna manera me siento comprometido y sigo trabajando", explica sobre su trabajo como reportero del sida en The New York Times.

La lucha de Schmalz también persigue la normalización de la consideración de los homosexuales. En 1984 escribió el primer artículo sobre la vida gay que se imprimía en los 133 años de historia del New York Times. "Poco a poco se consiguen avances, corno, por ejemplo, incluir a una pareja gay en un reportaje sobre parejas neoyorquinas".

Hasta tal punto lleva su reivindicación que durante un tiempo estuvo considerando poner una pequeña apostilla al fin de sus crónicas en la que se leyera: "Jeffrey Schmalz es homosexual y tiene sida". Finalmente decidió que era una tontería. "Una decisión así obligaría también a identificarse al pie de sus artículos a los periodistas negros, a los judíos, y a determinar si especialistas en política son republicanos o demócratas", explica Schmalz al término de una reunión con los estudiantes de periodismo de la Universidad de Nueva York.

Su popularidad le ha convertido en una de las estrellas del periódico y le ha permitido disfrutar del plato frío de la venganza: el mismo director que le expulsó de la redacción por sus tendencias sexuales le invitó hace poco a comer para pedirle disculpas.

Schmalz asegura que ha encontrado un gran apoyo en sus compañeros y en el joven presidente de la compañía editora, Arthur Ochs Sulzberger: "Vivo solo, y para mí ir a la redacción es una especie de terapia, de contacto con el mundo. Nunca me han abrazado tanto".

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