Intérprete y maestro
Un recital de Dimitri Bashkirov (Tiflis, 1931) garantiza siempre dos cosas: musicalidad y personalidad. Todo ello unido a un dominio técnico que, a estas alturas, no es cosa de descubrir. Se agradecen mucho las versiones inconformistas, aquéllas que sin llegar al capricho de lo gratuito, nos traen el lejano mensaje de los autores a través de una visión original.Nos dio Bashkirov un "baño romántico": Mozart, Schubert, Chopin y Rachmaninov. El primero, en la enigmática Fantasía en do, anticipa el mundo que vendría; Rachmaninov prolonga hasta en los títulos ...
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Un recital de Dimitri Bashkirov (Tiflis, 1931) garantiza siempre dos cosas: musicalidad y personalidad. Todo ello unido a un dominio técnico que, a estas alturas, no es cosa de descubrir. Se agradecen mucho las versiones inconformistas, aquéllas que sin llegar al capricho de lo gratuito, nos traen el lejano mensaje de los autores a través de una visión original.Nos dio Bashkirov un "baño romántico": Mozart, Schubert, Chopin y Rachmaninov. El primero, en la enigmática Fantasía en do, anticipa el mundo que vendría; Rachmaninov prolonga hasta en los títulos (Momentos musicales, por ejemplo) un romanticismo más real y sincero que añorado. Entre ellos, Schubert, con el también extraño mensaje de la Fantasía del caminante y las anteriores Variaciones en fa, de 1815, y Chopin con el Rondó opus 1, denominado un tiempo Adiós a Varsovia y siete mazurcas espigadas entre la gran colección que, sobre el Aire polaco a tres tiempos, monta las expresiones más diversas y las invenciones más sorprendentes.
Ciclo Ibermúsica/Tabacalera
Dimitri Bashkirov (pianista). Obras de Mozart, Schubert, Chopin y Rachmaninov. Auditorio Nacional, Madrid, 16 de febrero
De Bashkirov conviene no olvidar un rasgo: la doble formación rusa (Goldenveiser) y francesa. En un punto justo de equilibrio entre la visión parisiense del piano romántico y la de los maestros soviéticos hay que situar cuantos prodigios hace Bashkirov. El rigor rítmico, que a veces podría parecer excesivo, como los contrastes dinámicos, quedan idealizados, como liberados, por la belleza transparente de la sonoridad.