Ana Botella y Hillary Clinton

Ignacio Sotelo, miembro de la corriente crítica del PSOE Izquierda Socialista, estuvo ayer en el congreso popular. Sotelo explicó su presencia porque, en su calidad de "politólogo", deseaba conocer el funcionamiento del principal partido de la oposición.

La mayoría de los partidos han demostrado un entusiasmo muy moderado por asistir al congreso. Dos de los socios municipales del Partido Popular, el Partido Andalucista, con quien gobierna en el Ayuntamiento de Sevilla, y Unión Valenciana, con quien forma equipo en Valencia, excusaron su asistencia. CDC, el partido de Pujol, no había concretado ayer a quién enviaría, y el PNV envió a un ex senador. Sólo el Partido Aragonés considera el acontecimiento lo suficiente interesante, por lo que enviará previsiblemente a Emilio Eiroa, presidente de Aragón.

El presidente del Tribunal de Cuentas, Adolfo Carretero, afirmó ayer, mediante un comunicado público, que la fiscalización de las cuentas del PP ha sido suspendida hasta que termine el congreso "con el Fin de que exista la máxima colaboración".

El informe del comité de conflictos y disciplina del Partido Popular, presidido por Alberto Ruiz-Gallardón, fue expuesto ante los compromisarios asistentes al congreso por la senadora Rosa Vindel. Ésta explicó que desde el anterior congreso en Sevilla, hace tres años, han sido expedientadas 73 personas, de las que 35 fueron expulsadas.

Los sindicatos sí han mostrado interés en asistir con delegados de alto nivel al congreso. Los dirigentes del PP esperan la presencia entre las filas de invitados de Apolinar Rodríguez, miembro de la ejecutiva confederal de UGT, y de Agustín Moreno, destacado dirigente nacional de Comisiones Obreras.

El ex ministro de Interior de UCD, Rodolfo Martín Villa, presidente de la comisión organizadora del congreso, dejó atónitos a los delegados con un inesperado espectáculo de mimo. El sonido del micrófono de la tribuna de oradores se cortó, por rotura de un cable, sin que Martín Villa lo advirtiera. Martín Villa siguió hablando y gesticulando en las pantallas gigantes de vídeo sin advertir que nadie podía oírle, hasta que se cortó también la imagen. La avería fue subsanada en ocho minutos.