Muchos lloros y muchas peleas

"Fueron muchos lloros, muhas peleas. Ahora estoy orgullosa", dice Concepción Rodríguez Valencia. Casada y madre de un niño de 10, no oculta su satisfacción por la reciente sentencia del Tribunal Constitucional que le reconoce el derecho a trabajar en el interior de la mina, no obstante la existencia de normativas internacionales en sentido contrario, y con la que culmina un proceso de casi ocho años de inquebrantable reivindicación de la igualdad de la mujer en el mercado laboral.Nieta, hija y hermana de mineros, Concepción, vecina de Pando, en La Felguera, ha convivido desde siempre con ...

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"Fueron muchos lloros, muhas peleas. Ahora estoy orgullosa", dice Concepción Rodríguez Valencia. Casada y madre de un niño de 10, no oculta su satisfacción por la reciente sentencia del Tribunal Constitucional que le reconoce el derecho a trabajar en el interior de la mina, no obstante la existencia de normativas internacionales en sentido contrario, y con la que culmina un proceso de casi ocho años de inquebrantable reivindicación de la igualdad de la mujer en el mercado laboral.Nieta, hija y hermana de mineros, Concepción, vecina de Pando, en La Felguera, ha convivido desde siempre con la cultura de la mina y en su afán porque se le reconozca el derecho a trabajar, como a cualquier varón, en la negrura de las entrañas de la tierra, no hay desconocimiento o idealización. Es, confiesa, "una necesidad de encontrar trabajo, como la de todo minero. Nadie quiere bajar a la mina. Trabajan en ella porque no tienen otra cosa".

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Desde que, en 1985, la empresa Hunosa no le reconociera el derecho a trabajar como ayudante de picador en el interior del pozo, Concepción, cuyo marido no trabaja en la mina ha desempeñado muy diversos oficios: secretaria, cocinera, limpiadora..., hasta que hace sólo 19 meses logró un puesto de trabajo en los almacenes que la empresa Hunosa posee en El Entrego, donde, junto a otras siete mujeres de un total de 80 trabajadores, se dedica invariablemente, de siete de la mañana a tres de la tarde, no pocas veces a la intemperie, a cargar en camiones los materiales que desde allí se suministran a las distintas explotaciones y bidones con más de 200 kilos de peso.

"Estoy capacitada para trabajar en el interior de la mina. Quizá haya algún puesto que supere mis posibilidades, pero otro tanto les ocurre a muchos mineros. En la mina hay puestos muchos más duros que el que ahora desempeño, pero otros son igual de difíciles y algunos incluso menos. En todo caso, si una mujer vale para hacer un trabajo, y quiere hacerlo, no veo razón para que se le impida", asegura Concepción.

La abogada Lucía Ruano, junto a su satisfacción por la sentencia, declaró a EL PAíS que "la incorporación de las mujeres puede favorecer, como ya ha ocurrido en algún caso, una mejora de las condiciones generales de trabajo en cuanto a seguridad e higiene".

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