Crítica:CINE

Tragicomedia hiperrealista

En la primera escena de Trust, María Coughlin, una muchacha de 17 años, tiene una violenta disputa con su padre. Se pinta los labios, enciende un cigarrillo y le dice que está embarazada de un deportista. Su padre no puede por menos de llamarla puta, ella le da una bofetada y él cae al suelo muerto. Pocas escenas después, Matthew Slaughter, un muchacho de unos 20 años, tiene otro enfrentamiento con su padre. Ha dejado su trabajo y su padre le regaña por no haber limpiado el cuarto de baño. Por exigencias paternas lava dos veces seguidas un cuarto de baño impoluto, pero la última deja un...

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En la primera escena de Trust, María Coughlin, una muchacha de 17 años, tiene una violenta disputa con su padre. Se pinta los labios, enciende un cigarrillo y le dice que está embarazada de un deportista. Su padre no puede por menos de llamarla puta, ella le da una bofetada y él cae al suelo muerto. Pocas escenas después, Matthew Slaughter, un muchacho de unos 20 años, tiene otro enfrentamiento con su padre. Ha dejado su trabajo y su padre le regaña por no haber limpiado el cuarto de baño. Por exigencias paternas lava dos veces seguidas un cuarto de baño impoluto, pero la última deja un cigarrillo encendido sobre el lavabo. Y esto genera una gran pelea entre ambos.Lo que más choca de estas vidas paralelas, de estas tensas relaciones entre padres e hijos, que enseguida se sabe que acabarán uniéndose, es la forma en que están rodadas. Todo a base de primeros planos, pero no sólo de personas, sino también de objetos, y algunos incluso cenitales. Esto, unido a la brillante fotografía en color de Michael Spiller, donde predominan los colores básicos, da lugar a que Trust tenga un tono hiperrealista bastante raro en cine.

Trust

Director y guionista: Hal Hartley.Fotografía: Michael Spiller. Estados Unidos, 1990. Intérpretes: Adriene Shelly, Martin Donovan, Merritt Nelson, John MacKay. Estreno en Madrid: Alphaville (versión original).

Una revelación

Aunque lo que más choca de este segundo largometraje escrito y dirigido por Hal Hartley es la inventiva, la imaginación y pericia narrativa que demuestra. Tanto por las diferentes piezas que entran en juego en esta comedia sentimental, que revitaliza el tradicional esquema de chico encuentra chica, chico está a punto de perder chica y chico se queda con chica, como por la original forma que tiene de que encargen dentro del dibujo que quiere hacer.Este neoyorquino de pura cepa, nacido en Long Island en 1959, es la nueva revelación del cine independiente norteamericano.

A mediados de los años ochenta, Hal Hartley comienza a hacer cortometrajes en super-8 y 16 m/ m, y su primer largo, ya en 35 m/m, es The unbelievable truth (1989). Rodado con 70.000 dólares, sólo las ventas en Estados Unidos producen 200.000, lo que le permite rodar enseguida Trust (1990) con mayor presupuesto, y Simple men (1992), su tercer largometraje, ya presentado en Cannes.

Trust, la primera película de Hal Hartley que llega a las pantallas españolas, está llena de detalles insólitos dentro de una producción norteamericana actual. Desde que los protagonistas fumen incesantemente y beban cerveza o whisky hasta caer redondos, hasta la constante oposición del protagonista a cuanto le rodea que le lleva a afirmar que ver la televisión produce cáncer.

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