El fin del fuego en el castillo de Windsor abre una agria polémica sobre quién pagará la restauración

El incendio del castillo de Windsor se extinguió por completo a primera hora de la noche de ayer, 30 horas después de iniciarse. Hizo falta un extraordinario despliegue de bomberos y una jornada de lluvia mansa e incesante para acabar con un siniestro cuyas consecuencias, terribles, eran visibles en el ala noreste de la fortaleza. Tras el siniestro, dos noticias. Una buena y otra mala. La buena: casi todas las piezas de arte habían sido salvadas, aunque necesitarán en su mayoría una carísima restauración. La mala: los daños estructurales en el castillo eran peores de lo que se temía, y el prec...

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El incendio del castillo de Windsor se extinguió por completo a primera hora de la noche de ayer, 30 horas después de iniciarse. Hizo falta un extraordinario despliegue de bomberos y una jornada de lluvia mansa e incesante para acabar con un siniestro cuyas consecuencias, terribles, eran visibles en el ala noreste de la fortaleza. Tras el siniestro, dos noticias. Una buena y otra mala. La buena: casi todas las piezas de arte habían sido salvadas, aunque necesitarán en su mayoría una carísima restauración. La mala: los daños estructurales en el castillo eran peores de lo que se temía, y el precio de la reconstrucción se estimaba en cifras astronómicas. Inmediatameñte se abrió una agria polémica sobre quién debía hacerse cargo de la factura.

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Isabel II visitó ayer el castillo de Windsor y se interesó por los trabajos de los bomberos. También el ministro del Patrimonio, Peter Brooke, visitó el castillo ayer por la mañana. Brooke, un hombre acostumbrado a examinar desastres -fue ministro para Irlanda del Norte hasta hace seis meses-, anunció al término de su paseo entre escombros y vigas humeantes que el edificio sería restaurado. No se conocía aún el importe de la restauración, pero el Gobierno se haría cargo.La única referencia posible era el incendio que, en 1986, afectó el palacio de Hampton Court. En aquella ocasión, las reparaciones duraron cinco años -casi hasta hoy- y la factura ascendió a unos 2.000 millones de pesetas. El siniestro del sábado fue, sin duda, mucho peor. ¿Cuánto podía tardarse en arreglarlo? Diez, quince años, quizá más, especuló un colaborador del ministro. ¿A qué precio? 5.000 millones, 10.000 millones, quizá más. La evaluación comenzará el lunes.

El castillo de Windsor, al igual que el resto del patrimonio de la familia real británica, carecía de seguro. El palacio de Buckingham y Downing Street acordaron, en su momento, que las primas exigidas por las entidades aseguradoras eran demasiado altas y que el Gobierno -responsable en cualquier caso de los bienes públicos- prefería correr con el riesgo. Los palacios, castillos, fincas, joyas y obras de arte de la familia Windsor se consideran, salvo algunas excepciones, patrimonio nacional y, en la confusa organización patrimonial del Estado británico, pertenecen simultáneamente al monarca y a la nación.

El ministro Peter Brooke, cuyo presupuesto acaba de ser recortado, afirmó que "de un modo u otro", el Gobierno proveería los fondos necesarios. Una posibilidad, dijo un portavoz del Ministerio del Patrimonio, sería dedicar parte de la recaudación de la prevista lotería nacional a sufragar las obras de Windsor. "Eso contribuiría a lanzar la lotería", señaló.

Pero rápidamente se alzaron voces contrarias a la generosidad gubernamental. Un grupo de diputados, encabezados por el laborista Bob Gryer, mostró su oposición a "agravar un déficit público ya muy elevado con las reparaciones domésticas de la familia real". "Ese dinero, sean diez, veinte o treinta millones de libras, hace falta para hospitales., escuelas y pensiones. La fámilia real tiene recursos suficientes, parece, como para pechar con la factura", afirmó Gryer.

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Los daños sufridos por el castillo de Windsor eran gravísimos. Ayer se temía que la torre de Brunswick, la más afectada, tuviera que ser derribada y reconstruida por completo. Otras zonas del inmenso edificio, cuya planta ocupa cinco hectáreas, podrían estar en peligro de desplomarse. El efecto del calor y la humedad en las vigas -casi milenarias algunas- y en los cimientos fue peor de lo esperado, a causa de la duración e intensidad del siniestro.Tratamiento urgente

El otro renglón de la factura eran las obras de arte. Todos los cuadros, menos cuatro, se salvaron. La destrucción más notable fue la de un lienzo de gran tamaño, obra de Sir William Beecher, representando a Jorge III montado a caballo. Pero los cuadros salvados debían, de todas formas, restaurarse. Y de forma inmediata. Decenas de técnicos se desplazaron a Windsor para supervisar el desalojo de cientos de piezas, quevarias empresas de mudanzas se llevaron a sus almacenes, y para aconsejar sobre qué hacer con ellas. El vapor, la temperatura y el hollín habían afectado a los cuadros, y era necesario un urgente tratamiento de restauración, a base de frío y raspado, para evitar un deterioro irreversible. El gremio de restauradores vio ayer alejarse el fantasma del desempleo.

Restauradores aparte, el gran beneficiado por el desastre resultó ser el duque de York. El príncipe Andrés, públicamente denostado por el espectacular fracaso de su matrimonio y su aparente molicie, se rehabilitó ante los británicos. Durante más de 24 horas, el público siguió los acontecimientos a través del duque, que comparecía ante las cámaras de televisión para dar novedades.

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