Los nuevos pecados sociales

Siguen en pie los viejos conceptos de pecado "mortal" y "venial", y de "pecados capitales", aunque entre los mortales los hay más y menos graves. El catecismo da algunos ejemplos: es más grave matar que robar, como también es más mortal usar violencia contra un "familiar", que contra un "extranjero".Sin embargo, la novedad mayor en este aspecto es la introducción del "pecado social" y sobre todo de "la responsabilidad en los pecados cometidos por otros", especialmente en el campo social, como "proteger a los que hacen el mal", el "no descubrirles", o incluso "aconsejar" a los que actúan mal so...

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Siguen en pie los viejos conceptos de pecado "mortal" y "venial", y de "pecados capitales", aunque entre los mortales los hay más y menos graves. El catecismo da algunos ejemplos: es más grave matar que robar, como también es más mortal usar violencia contra un "familiar", que contra un "extranjero".Sin embargo, la novedad mayor en este aspecto es la introducción del "pecado social" y sobre todo de "la responsabilidad en los pecados cometidos por otros", especialmente en el campo social, como "proteger a los que hacen el mal", el "no descubrirles", o incluso "aconsejar" a los que actúan mal socialmente. En una palabra, el pecado de "complicidad".

Aunque los llamados "pecados sociales" no son nuevos en la Iglesia, si se excluye quizá el de no participar en una votación política, lo nuevo es que por primera vez aparece, y ampliamente, en un catecismo oficial un tema al que se le dedican dos capítulos: la participación en la vida social y la justicia social. Se insiste en que el negar la propia participación en la realización del "bien común" es una falta grave. Y así es pecado el fraude y todos los escamoteos para burlar los "deberes sociales".

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Es pecado contribuir a que existan "desigualdades inicuas", la falta de "solidaridad", tanto a nivel personal como "internacional". Pecan los empresarios que no pagan la seguridad social a sus asalariados, y cuantos quebrantan el principio de que nadie debe ser discriminado por su raza, sexo o religión.

Por lo que se refiere a los nuevos pecados sobre las prácticas de magia de los que tanto se había hablado, en realidad no hay nada de nuevo. En el primer mandamiento, que exige amar a Dios sobre todas las cosas, se condena, como siempre hizo la Iglesia, la idolatría, la superstición, la magia negra, las prácticas satánicas y todo lo que suponga "adivinación". Y aquí es donde se amplia el concepto metiendo en el mismo paquete el "consultar horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de la suerte (la buenaventura), los fenómenos de visiones, el recurso a los médium para conocer el futuro". Todo ello, se afirma, "es contra el respeto a Dios".

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