El ataque al corazón de un acusado obliga a aplazar el juicio contra Honecker por 13 muertes en el muro

La primera vista del juicio contra Erich Honecker, de 80 años, y otros cinco miembros de la cúpula de la antigua Alemania comunista, acusados de dar la orden de disparar a matar contra quienes intenta han cruzar la frontera que separaba las dos Alemanias, fue ayer muy breve. La ausencia del ex primer ministro de la RDA Willy Stoph, de 78 años, que sufrió un ataque al corazón la noche del miércoles, obligó al juez a aplazar la sesión hasta el lunes.

Los argumentos de la defensa y de la acusación particular, las dos partes que pretenden que el juicio tome el máximo cariz político posible,...

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La primera vista del juicio contra Erich Honecker, de 80 años, y otros cinco miembros de la cúpula de la antigua Alemania comunista, acusados de dar la orden de disparar a matar contra quienes intenta han cruzar la frontera que separaba las dos Alemanias, fue ayer muy breve. La ausencia del ex primer ministro de la RDA Willy Stoph, de 78 años, que sufrió un ataque al corazón la noche del miércoles, obligó al juez a aplazar la sesión hasta el lunes.

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Los argumentos de la defensa y de la acusación particular, las dos partes que pretenden que el juicio tome el máximo cariz político posible, prevalecieron sobre los de los representantes del Estado, que pretenden un proceso estrictamente penal. La vista -que se inició ayer en la sala 700 del Tribunal Criminal de la prisión de Moabit, en Berlín, contra Honecker; el citado Willy Stoph; el que fuera ministro de la Seguridad del Estado, Erich Mielke, de 84 años; el miembro del buró político del partido comunista Hans Albrecht, de 73 años; el ministro de Defensa Heinz Kessler, de 72 años; y su viceministro Fritz Streletz, de 66 años- se reriere exclusivamente a su responsabilidad en la muerte de 13 de las más de 200 personas que fallecieron en su intento de huir de la República Democrática Alemana (RDA).Se trata de aquellos casos en los que los autores materiales de los disparos han sido ya juzgados o acusados formalmente. A los seis procesados se les acusa de dar la orden de, tirar a matar contra quienes cruzaban el muro en una reunión del Consejo de Defensa de la RDA del 3 de mayo de 1974.Honecker, que padece un cáncer de hígado incurable, vestía un impecable terno azul y una corbata granate. Se le veía anciano, pero no enfermo, a tenor de la actividad constante que desarrolló durante la hora en que permaneció en la sala, hablando constantemente con su abogado. Al entrar en la misma saludó con el puño en alto y después hizo el signo de la victoria. Entre el público, una decena de personas respondieron al saludo.

Mielke, el gran patrón de la Stasi, la policía política, y que ya compareció en un juicio anterior, era la imagen opuesta. Su cara abotargada surgía de un jersei oscuro de cuello cerrado y su mirada parecía dirigirse a ninguna parte. Los dos hombres que más poder acumularon en la Alemania comunista, y a falta del número tres, Stoph, eclipsaban completamente a los otros acusados.

Dos certificados médicos

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La sesión se abrió con la presentación, por parte de Henning Spangenberg, el abogado de Stoph, de dos certificados médicos que indicaban que su cliente, que está en libertad condicional y que sufre desde hace tiempo una grave enfermedad intestinal, había sufrido una angina de pecho la noche anterior. Tanto el juez Hans Georg Bráutigam como el ministerio fiscal indicaron que el juicio podía continuar sin su presencia. Pero a esta posibilidad se opusieron, tanto la defensa de los acusados como la acusación privada, que representa a los familiares de los fallecidos en el muro.

Tras 17 minutos, el juez decretó un receso para consultar con las partes. Media hora después, Bräutigam aplazaba la sesión hasta el próximo lunes.

Poco antes de iniciarse la sesión, frente a la puerta principal de los juzgados, unos 30 partidarios de los acusados desplegaron dos pancartas. La primera decía: "Justicia de clase del IV Reich" ' mientras que la otra pedía la libertad para Honecker y Mielke, los dos únicos que siguen en prisión. Un número similar de ciudadanos de la ex RDA y que obviamente habían sufrido en sus carnes la represión, pedía la pena de muerte e increpaba a los primeros. La presencia de más de 100 policías, sin embargo, impidió cualquier enfrentamiento físico. El aplazamiento evitó que la defensa presentara sus recursos.

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