Mañana, mañana
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Recuerdo ciudades que nunca he visto exactamente. Venecia, jaspeada por canales de plata, Leningrado y sus trenzados minaretes color pastilla de café con leche. París: pronto los impresionistas extraerían de las sombras la luz del sol Y los callejones de Hyderabad desenroscándose como una cobra.Haber amado un horizonte es insularidad: tu visión, como a través de una persiana, adelgaza tu experiencia. Tu espíritu está anhelante, pero tu mente está sucia. La carne se echa a perder bajo sábanas salpicadas de migas, ampliando su Weltanschauung con revistas.
Hay un mundo al otro lado de la puerta, pero qué irritante es esperar junto a las maletas en un frío escalón, mientras el ocaso ilumina los muros enladrillados y antes de que empieces a arrepentirte, está llegando tu taxi y te avisa con el claxon, se detiene junto al bordillo y tú sin darte cuenta ya estás entrand en él.