Crítica:ÓPERA

El triunfo de 'Atlántida'

Sonó al fin Atlántida en Sevilla, una de las cuatro ciudades españolas a las que Falla la dedicara desde el momento mismo de proyectarla. El estreno tardío coincide con el jubileo hispánico del V Centenario y con la Exposición Universal sevillana de 1992, que renueva y prolonga la acción y significación del certamen iberoamericano de 1929, una ocasión, por cierto, perdida para la música. Por aquellas fechas, Atlántida nacía y el nuevo empeño del compositor era comunicado a sus más íntimos con todo sigilo. La idea inicial fue creciendo a medida que se agitaban la controlada fantas...

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Sonó al fin Atlántida en Sevilla, una de las cuatro ciudades españolas a las que Falla la dedicara desde el momento mismo de proyectarla. El estreno tardío coincide con el jubileo hispánico del V Centenario y con la Exposición Universal sevillana de 1992, que renueva y prolonga la acción y significación del certamen iberoamericano de 1929, una ocasión, por cierto, perdida para la música. Por aquellas fechas, Atlántida nacía y el nuevo empeño del compositor era comunicado a sus más íntimos con todo sigilo. La idea inicial fue creciendo a medida que se agitaban la controlada fantasía de Falla y la imaginación sin control de su colaborador plástico, José María Sert.La historia siguiente es conocida y se resume en los males de Falla y los de España, que, al fin, aventarían al músico hasta la Córdoba argentina. Anduvo entonces "la pobre Atlántida", como decía don Manuel, "a pie cojito" y durante grandes periodos a pie paralizado. De manera que, para ser justos, deben reducirse a la tercera parte esos 18 años dedicados por Falla a su Atlántida, desde 1928 hasta 1946, en el que aparece fechado algún retoque del Aria de Pirene. Lo cierto es que al dormirse en la muerte don Manuel, el legado de Atlántida quedaba inconcluso, y aquí comienzan los duelos y quebrantos de Germán de Falla, que asumió la tarea de poner en pie de belleza el último gran trabajo de su hermano. Por todos los conductos, la ímproba labor que haría factible la realidad sonora de Atlántida señalaba un nombre: Ernesto Halffter, discípulo aceptado y reconocido de Falla, al que se ha negado en el bello programa-libro de la JONDE el merecido artículo.

Atlántida

De Falla-Halffter. Joven Orquesta Nacional de España. Orfeón Reverter de Valencia, Coro Universitario de La Laguna, Orfeón Universitario de Caracas, Coral Universitaria de Palma y Coro de Niños de Granada. Solistas: S. Estes, M. Bayo, T. Berganza, F. Garrigosa, J. Cabero, I. Fresán, M. Poblador, R. M. Conesa, I. Feo, M. L. Muncada, M. Torruella, M. Martorell, M. Arruabarrena y E. Colomer. Director: E. Colomer. Teatro de la Maestranza. Sevilla, 5 de octubre.

Hay que consignar. el clamoroso triunfo de Atlántida en Sevilla. El director de la JONDE, Edmon Colomer, ha clarificado, explicado y mostrado con intensidad las bellezas de Atlántida, tantas que ante ellas pierde interés cualquier asomo de polémica.

Tuvimos, quizá, el mejor corifeo de toda la historia viva de Atlántida en el bajo norteamericano Simón Estes, que entonó su narración lírica con potencia ductilidad expresiva y adecuación dramática. La joven y admirable soprano María Bayo acertó a dar a ese milagro cultural que es el romance de la reina Isabel el sonido poético y lírico, la gracia y el quiebro rítmico con los que Falla sintetiza varios siglos de intrahistoria musical española. Para Pirene, en su aria y muerte, entre monteverdiana y puccinista, se contó con Teresa Berganza, figura en algunas de las primeras Atlántidas, que acusa, sin duda, el paso del tiempo, lo que a la vez acrecienta sus saberes.

Las tres voces de Gerión el tricéfalo encontraron sentido y gracia en la versión del tenor Garrigosa, el barítono Cabero y el bajo Fresán, mientras las siete pléyades, en su mágica aparición, basada en la fanfarria para una fiesta del propio Falla, conseguían tono y ambiente, y el niño Eleatzar Colomer alzaba con afinación su blanca voz. Con los coros, la JONDE rindió al máximo para llevar a cabo cuanto le mandaba el director Colomer, al que asistió el mallorquín Joan Company, demostrativo del detenido análisis de la partitura, más compleja que complicada, de Atlántida. Su futuro está abierto, como lo demuestran las largas aclamaciones recibidas en Sevilla después de una interpretación que pronto será llevada al disco.

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