Alemania cancela la conmemoración del primer vuelo del V-2 nazi

La celebración del 50 aniversario del primer lanzamiento, por el régimen nazi, de un cohete V-2 fue cancelada ayer por la Federación de la Industria Aeroespacial Alemana (BDLI), tras despertar una oleada de críticas en la propia Alemania y en el Reino Unido, que fue la víctima, en los últimos años de la II Guerra Mundial, de este arma terrorífica para aquellos tiempos. Los festejos estaban previstos el próximo 3 de octubre, fecha que conmemora la unificación del país en 1990 y que es ahora la fiesta nacional de Alemania.

"La planeada celebración científico-técnica para conmemorar el...

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La celebración del 50 aniversario del primer lanzamiento, por el régimen nazi, de un cohete V-2 fue cancelada ayer por la Federación de la Industria Aeroespacial Alemana (BDLI), tras despertar una oleada de críticas en la propia Alemania y en el Reino Unido, que fue la víctima, en los últimos años de la II Guerra Mundial, de este arma terrorífica para aquellos tiempos. Los festejos estaban previstos el próximo 3 de octubre, fecha que conmemora la unificación del país en 1990 y que es ahora la fiesta nacional de Alemania.

"La planeada celebración científico-técnica para conmemorar el nacimiento de la era espacial, no tendrá lugar", decía la nota de la BDLI. Según su presidente, Karl Dersch, "es una lástima que las conquistas científicas revolucionarias de Alemania no puedan ser conmemoradas".

El cohete V-2 que sembró el terror en Londres y también en lugares como Amberes, es, básicamente, el primer misil tierra-tierra, y también el primer cohete supersónico y, en este sentido es, ciertamente, el origen de los viajes espaciales.

A primeras horas de la mañanal Erich Riedl, subsecretario del Ministerio de Economía para temas aeroespaciales, quien debía representar al Gobierno, anunció que no asistiría a los festejos, con lo cual el Ejecutivo de Bonn se distanciaba de la conmemoración. Tal vez Riedl se vio forzado a ello tras leer la prensa de la mañana en la que personajes de todo el espectro político alemán criticaban la iniciativa, recordando los efectos del arma, y el hecho de que 20.000 prisioneros de guerra fueron obligados a trabajar en la producción del artilugio que, según Hitler, iba a terminar la guerra a su favor.

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