Editorial:

El sistema, amenazado

LA POLITICA económica se está haciendo al día; no existe el medio ni el largo plazo. La Comunidad Europea ha revisado cuatro veces sus previsiones respecto al año en curso, y el Fondo Monetario Internacional, tres. Lo que valía para el lunes salta hecho trizas 24 horas después. Los estabilizadores clásicos de la coyuntura, que forman parte de cualquier teoría económica, no res ponden. El mercado y la especulación vencen a las intervenciones políticas y cunde el desconcierto. Éste es el marco en el que se desarrolló el día de ayer. Pocos testigos recuerdan momentos tan dominados por la tensión ...

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LA POLITICA económica se está haciendo al día; no existe el medio ni el largo plazo. La Comunidad Europea ha revisado cuatro veces sus previsiones respecto al año en curso, y el Fondo Monetario Internacional, tres. Lo que valía para el lunes salta hecho trizas 24 horas después. Los estabilizadores clásicos de la coyuntura, que forman parte de cualquier teoría económica, no res ponden. El mercado y la especulación vencen a las intervenciones políticas y cunde el desconcierto. Éste es el marco en el que se desarrolló el día de ayer. Pocos testigos recuerdan momentos tan dominados por la tensión y el pánico como los que vivieron los sistemas financieros en Europa durante las últimas horas. Las denominadas turbulencias tuvieron sus más explícitas manifestaciones en los mercados de divisas y, más específicamente en las monedas que forman parte del mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo (SME). Libra esterlina, lira italiana y peseta, cada una en intensidad distinta, fueron objeto de enormes presiones vendedoras, que condujeron a sus máximas depreciaciones tolerables frente a sus tipos de cambio centrales bilaterales en relación con el marco alemán. Las intervenciones de los bancos centrales, en defensa de sus respectivas monedas, no consiguieron neutralizar esa tendencia. Dos alzas sucesivas en los tipos de interés de. intervención del Banco de Inglaterra, de dos y tres puntos porcentuales, fueron los últimos cartuchos utilizados por las autoridades británicas antes de decidir el abandono de la disciplina del SME, una vez convocada la reunión extraordinaria del Comité Monetario de la CE para las 23.30 de ayer mismo. Un terremoto de gran intensidad había comenzado.

El Reino Unido, al adoptar la decisión de suspender su vinculación a la disciplina cambiaria -que agrupa a todas las divisas europeas a excepción del dracma griego-, ha situado al SME. ante su más importante crisis desde la entrada en funcionamiento, en marzo de 1979. El respeto a esa disciplina, incluso en épocas de fuertes tensiones monetarias, había constituido hasta ayer uno de los principales activos con que contaba el proyecto de Unión Económica y Monetaria de Europa (UEM), recogido en el Tratado de Maastricht. Ha sido precisamente el país que primero abandonó la disciplina del acuerdo precursor de este SME -la denominada serpiente monetaria europea- quien ha originado el episodio más grave en los 13 últimos años de cooperación monetaria en la región.

Los escenarios posibles que se pueden derivar de la reunión del Comité Monetario de la CE -al cierre de esta edición no se conocía con precisión su desenlace- difícilmente podrán restituir la quiebra de la confianza originada por el abandono británico. La suspensión generalizada de esa disciplina con carácter temporal, posibilidad sugerida por los representantes británicos en la reunión de Bruselas, no haría sino ahondar en la crisis e incidir adversamente no sólo en el desenlace del próximo referéndum francés, sino afectar a los fundamentos del proyecto de Unión Económica y Monetaria. Más razonable parecía que de esta reunión surgiera un nuevo acuerdo de modificación de los tipos de cambio centrales del SME, que implicara la devaluación de aquellas monedas que más han sufrido las presiones depreciatorias estos últimos días. La peseta sería una de ellas..

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La conclusión más válida que puede derivarse de la presente crisis no sólo no cuestiona los fundamentos del proyecto de UEM, sino que reafirma la necesidad de conseguir una convergencia en los fundamentos de las distintas economías como condición previa para evitar tensiones cambiarias como, las que estamos soportando. Convergencia, pero también recuperación del espíritu de cooperación entre las distintas autoridades económicas y monetarias, que en sí mismo constituye la esencia del proyecto de integración monetaria; ya no hay soluciones nacionales, como tercamente defienden los demagogos, sino una interdependencia progresiva. Convergencia y cooperación son las caras de una misma moneda, cuya autenticidad es ampliamente cuestionada por la comunidad financiera internacional tras la experiencia vivida ayer.

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