Muere John Cage, un clásico de la música de vanguardia

El compositor John Cage, el hombre que revolucionó la música americana de este siglo y que realizó aportaciones decisivas a la vanguardia musical, falleció ayer en Nueva York a consecuencia de una congestión cerebral. Tenía 79 años.

John Cage, nacido en Los Ángeles (California), fue durante décadas uno de los principales valores de la música norteamericana. Tras organizar en 1938 una orquesta de percusión y ser, a partir de 1942, un precursor en la utilización musical de sonidos producidos electrónicamente, avanzó en 1950 la idea de que la música no debe quedar limitada estrictamente a ...

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El compositor John Cage, el hombre que revolucionó la música americana de este siglo y que realizó aportaciones decisivas a la vanguardia musical, falleció ayer en Nueva York a consecuencia de una congestión cerebral. Tenía 79 años.

John Cage, nacido en Los Ángeles (California), fue durante décadas uno de los principales valores de la música norteamericana. Tras organizar en 1938 una orquesta de percusión y ser, a partir de 1942, un precursor en la utilización musical de sonidos producidos electrónicamente, avanzó en 1950 la idea de que la música no debe quedar limitada estrictamente a los sonidos, sino que puede convertirse en el resultado de todo lo que sobrevenga en un intervalo fijo de tiempo.Sus obras más célebres son Sonatas e interludios para piano preparado, Construcción en metal y Paisaje imaginario número 1.

Cage, creador extraordinariamente dotado para la innovación multicultural, una especie de renacentista de este siglo, es el padre del happening en el terreno musical, en el que tuvo innumerables seguidores cuya calidad es consecuencia de la propia personalidad del maestro. Cage estuvo en enero de 1991 en Barcelona para mostrar su obra musical y plástica. Entonces, a sus 78 años, todavía derrochaba una gran energía en su trabajo.

En la capital catalana presentó dos singulares exposiciones: una, de obra plástica sobre papel, basado en un jardín de 15 piedras de Kioto que dejó vivamente impresionado al creador; la otra, un montaje musical en el que utilizaba 36 magnetófonos de bolsillo autorreversibles, 18 amplificadores, 24 focos, 6 sillas y 36 altavoces por los que la voz del compositor, en una interminable letanía, recitaba un texto extraído de Del deber de la desobediencia civil, del pensador libertario Henry David Thoreau.

De sus trabajos con otros artistas, destaca su larga colaboración con el coreógrafo Merce Cunningham, y su afinidad artística y amistad con pintores como Marcel Duchamp, Robert Rauschenberg y Jasper Jones.

El lenguaje y la gente

Cage consideraba que el lenguaje separa a la gente. En una entrevista hace cerca de dos años declaraba: "La dificultad que nos presenta el lenguaje es que separa a la gente. No une a la gente, sino que la separa. Cada uno tiene su lenguaje particular, por lo que se separa de los demás. Deberíamos, pues, aprender maneras de pensar distintas, otras formas de comunicación, si queremos hacerlo de veras. Por tanto, no me interesa ya producir lo que sea y darle un sentido lingüístico. Nadie entiende nunca lo que el otro le está diciendo. Mi método de trabajo con las palabras es éste: encontrar una forma de escritura que brote de las ideas, que éstas no constituyan su argumento y que, sin embargo, las produzca. Así mi trabajo con las palabras no corre el riesgo de perder su propio espacio y de confundirse con el de la música".

John Cage había nacido en Los Ángeles un 5 de septiembre de 1912, y su formación estuvo ligada a compositores de vanguardia como Arnold Schoenberg, Henry Cowell y Edgard Varese. Durante los años en que ejerció la enseñanza en Seattle (Washington) Cage experimentó con obras para conjuntos de percusión y para danza. Su búsqueda de nuevas sensaciones musicales le llevó a incorporar grabaciones en su obra, y a su famoso "piano preparado", al que arrancaba efectos sonoros de gran novedad mediante la colocación de determinados objetos en las cuerdas.

Su personalidad estética e intelectual le llevó a la filosofía Zen y a otras formas de pensamiento no occidentales, hasta llegar al principio de indeterminismo en la música. En su obra Cage recurrió al azar, renunciando a especificar clase y número de instrumentos para una pieza, y recurriendo a la libertad de duración de un sonido o a inexactitudes, en la notación musical.

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