Repetitivo triángulo intelectualizado

Tras hacerse un nombre rodando comedias a la italiana durante los años cincuenta, Mauro Bolognini cambia de registro después de colaborar a finales de la década con Pier Paolo Pasolini. Se especializa en adaptaciones de grandes novelas italianas y, durante los sesenta, adapta a Vitaliano Bracati, Mario Pratesi, Italo Svevo, Vasco Pratolini y, entre otros, Alberto Moravia en Agostino (1962).A los casi 70 años, convertido en un poco convincente ilustrador de historias ajenas, Bolognini vuelve a adaptar a Moravia. Y esta vez parte de La villa del venerdi, una de esas típicas ...

Tras hacerse un nombre rodando comedias a la italiana durante los años cincuenta, Mauro Bolognini cambia de registro después de colaborar a finales de la década con Pier Paolo Pasolini. Se especializa en adaptaciones de grandes novelas italianas y, durante los sesenta, adapta a Vitaliano Bracati, Mario Pratesi, Italo Svevo, Vasco Pratolini y, entre otros, Alberto Moravia en Agostino (1962).A los casi 70 años, convertido en un poco convincente ilustrador de historias ajenas, Bolognini vuelve a adaptar a Moravia. Y esta vez parte de La villa del venerdi, una de esas típicas novelas de la última parte de la carrera del célebre escritor donde trata de jugar de forma intelectual con el. sexo a través de unas historias nunca demasiado convincentes y que sólo resultan creíbles por su buena técnica narrativa.

Si el original no es una gran novela, la adaptación de Bolognini sólo es un repetitivo triángulo amoroso con pretensiones intelectuales. Esto da lugar a que tanto Julian Sands como Joanna Pacula luzcan repetidamente sus cuerpos, jueguen a hacer el amor, se duchen constantemente y se enzarcen en repetitivos monólogos sin ningún interés.