ARTE

Halley, un geométrico secularizado

Peter Halley (Nueva York, 1953) es un joven pintor encuadrado dentro de esa horrible etiqueta denominada neo-geo, quizá la más ridícula entre las muchas que se han empleado en los revitalistas tiempos recientes. El más de medio centenar de obras ahora expuestas, pinturas y dibujos, en las salas del Reina Sofía, seleccionadas la mayoría entre lo producido por este artista norteamericano durante los últimos 10 años, ponen en claro lo que a éste le preocupa, que está verdaderamente muy poco relacionado con ese arte geométrico de la vanguardia de los cincuenta en adelante, que signif...

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Peter Halley (Nueva York, 1953) es un joven pintor encuadrado dentro de esa horrible etiqueta denominada neo-geo, quizá la más ridícula entre las muchas que se han empleado en los revitalistas tiempos recientes. El más de medio centenar de obras ahora expuestas, pinturas y dibujos, en las salas del Reina Sofía, seleccionadas la mayoría entre lo producido por este artista norteamericano durante los últimos 10 años, ponen en claro lo que a éste le preocupa, que está verdaderamente muy poco relacionado con ese arte geométrico de la vanguardia de los cincuenta en adelante, que significativamente se hacía llamar también arte normativo.En este sentido, sólo retóricamente se pueden buscar las raíces de Halley en Mondrian, en el arte concreto o en esos amantes de la geometría y los efectos ópticos del pasado, pues las gamas cromáticas y el amor por la textura que aquél ahora practica supone la perversión completa de los ideales de éstos. Eso no significa que su obra no esté llena de referencias y homenajes, pero que finalmente tienen más que ver con un Newman y hasta con la seriación de cierto pop que con cualquier otro fundamento. En realidad, Halley podría definirse como un geométrico secularizado, que busca efectos formalistas en la aplicación de la pintura plana sin temor a cometer las herejías que le apetezcan.

Peter Halley

Museo Nacional Reina Sofía. Santa Isabel, 52. Madrid. Hasta el 14 de septiembre.

En el escueto y severo marco del Reina Sofía, sus gamas florescentes de fucsias y verde limón hallan un acomodo muy efectista, con lo que la muestra funciona de manera confortable. Con todo, si la comparamos con otros secuaces actuales de la pintura minimalista resulta algo banal, dejándonos la duda de si esa impresión negativa se debe al valor en sí de la obra de Halley o a que la experiencia de exponer su trabajo en un lugar como nuestro museo nacional, fondo y forma, le viene grande, o, también, a que la muestra seleccionada al efecto está posiblemente sobredimensionada.

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