Crítica:CINE / 'ADIÓS, PRINCESA'

Crimen pasional

Sin grandes esfuerzos podría hacerse un estudio comparativo de las coproducciones europeas realizadas con la ayuda del Fondo Eurimages del Consejo de Europa en la medida en que todas tienen unas características muy similares. Presupuestos muy ajustados, equipos multinacionales, directores poco o nada conocidos y, lo que es peor, un argumento con cierto tono renovador, un interés inicial pero que nunca llega al final de las cuestiones que plantea. Adiós, princesa cumple todas estas características. Es una coproducción entre Portugal, España y Francia, donde lo más destacado de la aporta...

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Sin grandes esfuerzos podría hacerse un estudio comparativo de las coproducciones europeas realizadas con la ayuda del Fondo Eurimages del Consejo de Europa en la medida en que todas tienen unas características muy similares. Presupuestos muy ajustados, equipos multinacionales, directores poco o nada conocidos y, lo que es peor, un argumento con cierto tono renovador, un interés inicial pero que nunca llega al final de las cuestiones que plantea. Adiós, princesa cumple todas estas características. Es una coproducción entre Portugal, España y Francia, donde lo más destacado de la aportación española son los actores Miguel Molina y Lydia Bosch; su presupuesto es reducido, su equipo procede de los tres países y el realizador y guionista Jorge Paixáo da Costa no tiene gran experiencia. Y su argumento también se ciñe al modelo oficial.

Adiós princesa

1991. Director: Jorge Paixáo da Costa. Guionistas: Carlos Saboga, Jean Leon, Jorge Paixác, da Costa. Fotografía: Dominique Brenguier. Intérpretes: Judith Heriry, Miguel Molina, Antonio Capelo, Lydia Bosch, Inées de Medeiros. Portugal-España-Francia. Estreno en Madrid: Rex, Luchana, Peñalver, Vaguada.

Todo gira en torno al ases¡nato de un joven mecánico de la base de la OTAN en el Alentejo y la investigación que llevan a cabo en el terreno dos periodistas novatos llegados expresamente de Lisboa. Más que desvelar la simple intriga, los periodistas descubren una región inhóspita con un alto índice de suicidios, donde nadie quiere vivir, y tienen una mínima relación con tres muchachas que no pueden seguir viviendo allí.

Sórdida y desvaída

Este interesante trasfondo político y social aparece demasiado diluido en el resultado final. Por ejemplo, mientras se repite en varias escenas que la principal sospechosa del asesinato es hija del máximo dirigente del partido comunista en la zona, hay que deducir que el alemán muerto trabaja en una base de la OTAN, así como las malas relaciones de los militares con los vecinos del cercano pueblo. Lo que evidentemente quita buena parte del posible interés a la historia. De manera que el resultado es una demasiado lenta, un tanto sórdida y desvaída película, donde brilla el trabajo de la portuguesa Inés de Medeiros, la francesa Judith Henry y el español Miguel Molina, pero que además entre nosotros ha tenido un lanzamiento equívoco que puede acabar de confundir al posible espectador.

Su título, el apoyo publicitario en la pareja Miguel Molina-Lydia Bosch y la relación sentimental nacida entre ambos durante su rodaje están encaminados a que parezca una convencional historia de amor vivida por ambos actores, cuando en realidad sólo es una mínima parte de la anécdota y se mueve a un nivel muy distinto.

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