FERIA DE SAN ISIDRO

Una oreja de las que dan ahora

Espartaco cortó la primera oreja de la feria. Es un dato valioso para la pequeña historia de esta 47 edición, que no va buena de principio. Tiene su importancia una oreja. Una oreja es, por ejemplo, bastante más que ninguna oreja y sirve mucho tanto a efectos estadísticos como contables. 0 sea que: si el público no llega a pedir esa oreja, o el presidente no llega a concederla, ni la historia de la 47 edición de la feria se habría visto enriquecida con ese dato fundamental, ni el beneficiario de la oreja hubiera podido incrementar su cuenta de resultados artísticos. Y tampoco sería posible con...

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Espartaco cortó la primera oreja de la feria. Es un dato valioso para la pequeña historia de esta 47 edición, que no va buena de principio. Tiene su importancia una oreja. Una oreja es, por ejemplo, bastante más que ninguna oreja y sirve mucho tanto a efectos estadísticos como contables. 0 sea que: si el público no llega a pedir esa oreja, o el presidente no llega a concederla, ni la historia de la 47 edición de la feria se habría visto enriquecida con ese dato fundamental, ni el beneficiario de la oreja hubiera podido incrementar su cuenta de resultados artísticos. Y tampoco sería posible contar nada de fundamento sobre lo que sucedió en la corrida. Porque la oreja que cortó Espartaco fue una de esas que se dan ahora. Es decir, un torero pega pases, el público pide oreja, el presidente otorga, y un rato después apenas nadie se acuerda de lo que hizo para merecer semejante premio.Una minoría protestó la oreja porque la boyantía extrema del torito dulce daba pie a que se le hicieran diabluras -entre otras, la recreación del arte de torear-, mientras una mayoría la solicitó porque Espartaco pegó derechazos y naturales, empalmó pases de pecho e intercaló alguno de los llamados del despre.cio, con palmaria facilidad y sin ningún problema. De manera que no hubo el menor rastro de genialidad, ni recursos imaginativos, ni arte en esa faena facilona, pero sería descabellado exigirle a Espartaco, a estas alturas de su carrera y de su fama, que desplegara sobre la candente un gusto torero y una exquisitez estética que son ajenos a su personalidad y quizá a sus intereses.

Atanasio / Muñoz, Espartaco, Joselito

Tres toros de Atanasio Fernández (dos fueron rechazados en el reconocimiento, 5º devuelto por inválido y el sobrero que salió, mismo hierro -sin trapío- por igual motivo): correctos de presencia, 2º pastueño, 4º noble y con casta. 1º y 6 con genio. Dos de Aguirre Fernández, 3º bronco, 4º encastado. Sobrero, de Gabriel Hernández, grande, de media casta, manejable.Emilio Muñoz: estocada corta baja (bronca); bajonazo escandaloso (escasa petición, fuerte división y sale a saludar). Espartaco: estocada trasera ladeada y rueda de peones (oreja con algunas protestas); bajonazo descarado (silencio). Joselito: estocada corta baja (silencio); estocada corta ladeada (bronca y almohadillas). Plaza de Las Ventas, 14 de mayo. Sexta corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".

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En su otro toro no le premiaron a Espartaco con oreja, ni con aplausos, ni con nada y, sin embargo, no estuvo peor: sencillamente, descastádete el toro, le impedía dar pases con la misma facilidad e incluso le pegó algún achuchón, que obligó al torero a retirase de sus cercanías precipitadamente. Entonces, los que habían ponderado la técnica de Espartaco en el toro anterior, no entendían por qué era incapaz de aplicarla en este otro más complicado. Claro que, sobre cuestiones técnicas, disienten los autores. Unos llaman técnica a lo que es torear despegado, con la suerte descargada y el alivio del pico a un torito boyante -formas usuales de Espartaco cuando está bien y le dan la oreja-, mientras otros llaman técnica a parar-templar-mandar.

Ahora bien, si la técnica consiste en parar-templar-mandar, en esta corrida no hubo técnica, ni técnicos, ni nada que se le pareciera. En esta corrida lo que hubo fue pegapases y a veces ni eso. En esta corrida salieron toros encastados a los que un torero con técnica de la buena les hubiera cortado las orejas, y cuando salieron correosos los pegapases no sabían qué hacer con ellos. A uno de estos, Emilio Muñoz no pudo dominarlo y optó por abreviar; y a uno de aquellosle hizo una faena vibrante, desacertada en sus intentos de torear al natural, mejor resuelta a lo largo d e numerosas tandas de redondos, aunque las instrumentó acelerado y sin bajar la mano.

Joselito tuvo mal lote: el peor. Bueno, no pasa nada. Un torero, si lo es de verdad, da la medida de su torería lo mismo con el toro bueno que con el malo. Y esa es la medida que no dio Joselito. Inhibido en la lidia, macheteó con asco y mató por los bajos. Fue una desagradable sorpresa, porque nadie esperaba de Joselito una actuación así. Torero con ambición de empuñar el cetro del toreo, pareció que, de repente, se rendía con armas y bagajes. No puede saberse, naturalmente, pero a lo mejor influyó en su rendición esa oreja que cortó Espartaco. Que sería una de las que se dan ahora, de acuerdo, pero la cortó él, sólo él, y los demás candidatos se quedaron con las ganas.

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