Crítica:DANZA

Piedra sobre piedra

A fuerza de ser hermético, este colectivo catalán consigue el aburrimiento perfecto. La cosa comenzó a oscurecerse con el pas de deux del hombre y la piedra (literalmente, ella es un canto pesado), con arriesgadas cargadas y donde el granítico trozo consigue expresarse contundentemente. Por aquello de hacer gala al nombre, el grupo roba la paciencia del, espectador y dura más de lo saludable. En la misma línea; el título de la pieza se hace sentir: no sólo va en sentido contrario a la lógica dancística más elemental, sino que circula contra el tráfico. La notoria mediocrid...

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A fuerza de ser hermético, este colectivo catalán consigue el aburrimiento perfecto. La cosa comenzó a oscurecerse con el pas de deux del hombre y la piedra (literalmente, ella es un canto pesado), con arriesgadas cargadas y donde el granítico trozo consigue expresarse contundentemente. Por aquello de hacer gala al nombre, el grupo roba la paciencia del, espectador y dura más de lo saludable. En la misma línea; el título de la pieza se hace sentir: no sólo va en sentido contrario a la lógica dancística más elemental, sino que circula contra el tráfico. La notoria mediocridad de los intérpretes hizo peor el amargo trago.En lo que se ha visto en el Pradillo no hay un sentido, y, por tanto, no hay obra. El intento de llevar hasta sus últimas consecuencias la fijación, como coreograrfía de los seudomateriales resultantes de la improvisación de taller es artísticamente un error; creyendo en que, honestidad aparte no sea un fraude artístico. No todo lo que- se hace a puerta cerrada en el laboratorioestudio tiene cabida en el espacio mágico y cruel del escenario. Esto es ley y no es nuevo.

Robadura Dansa

A sensu contrari. Idea y guión: Paco Macía Vicent. Coreografía: colectiva. Música:Doenado, y El Ur. Escenografia: Karen Reddering. Vestuario: Assumpta y Aútonia, Vidal. Intérpretes: Gurene Marín, Lipí Hemández, Mónica Montaner y Paco Maciá. Madrid en Danza. Teatro Pradillo, 6 de mayo.

El uso de la voz gutural, sumado a unos sonidos esporádicos que no son música, la arena o virtual cilicio -en que los artistas se dejan la piel de las rodillas, y unos movimientos que no son baile propiamente dicho, conforman un antitodo escénico sin rumbó.

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