LA PROHIBICIÓN DE FUMAR EN EUROPA

Doce países contra el tabaco

Francia, el más prohibicionista de Europa, y España, entre los menos cumplidores

La guerra sin cuartel contra el tabaco ha empezado en Francia. El Consejo de Estado francés deberá pronunciarse esta semana sobre la llamada Ley Claude Evin (nombre del ex ministro de Sanidad), que prohibe fumar en todo tipo de espacios colectivos. Los fumadores franceses, que ya no podían encender sus cigarrillos, puros o pipas en autobuses, vagones del metro y vuelos nacionales, deberán renunciar a ello en los aeropuertos, restaurantes, bares, estaciones de tren o de metro, centros de enseñanza, establecimientos culturales, hospitales y, en general, en cualquier espacio que se considere de u...

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La guerra sin cuartel contra el tabaco ha empezado en Francia. El Consejo de Estado francés deberá pronunciarse esta semana sobre la llamada Ley Claude Evin (nombre del ex ministro de Sanidad), que prohibe fumar en todo tipo de espacios colectivos. Los fumadores franceses, que ya no podían encender sus cigarrillos, puros o pipas en autobuses, vagones del metro y vuelos nacionales, deberán renunciar a ello en los aeropuertos, restaurantes, bares, estaciones de tren o de metro, centros de enseñanza, establecimientos culturales, hospitales y, en general, en cualquier espacio que se considere de uso público.Para los adictos se crearán salas de fumadores en los espacios públicos. Los restaurantes y bares, por ejemplo, tendrán que preparar rincones especiales y establecer sistemas para que esos rincones se aireen sin molestar a los otros clientes. La ley Evin se aplicará también a los centros de trabajo. En las oficinas, comercios y fábricas de Francia estará prohibido fumar. Los empresarios tendrán que negociar con los trabajadores la creación de salas especiales para fumadores. Esto último, afirman los pequeños y medianos empresarios, es imposible de realizar en los centros de trabajo pequeños.

Este reportaje ha sido elaborado por Javier Valenzuela, Isabel Ferrer, Peru Egurbide, Nicole Guardiola, Enric González, José María Martí Font y Lucía Argos

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La legislación española que restringe la venta y consumo de tabaco está contemplada en un real decreto de 1988. Muy similar a las existentes en su entorno europeo, prohibe fumar en cines y teatros y en el interior de todos los medios de transporte colectivo, aunque lo permite en vestíbulos y estaciones. Cuando son de largo recorrido, existen zonas para fumadores. En los hospitales y centros de trabajo oficiales no se puede fumar en puestos laborales de atención directa al público. Sin entrar a legislar en la empresa privada, la ley sí. tiene algunas normas aplicables a este sector: la prohibición en lugares donde se elaboren alimentos, en espacios donde se combine el riesgo del tabaco al uso industrial de otras sustancias nocivas y, finalmente, la de fumar en "cualquier área laboral donde trabajen mujeres embarazadas".

La presencia constante de colillas en los vagones del metro o la dificultad para respetar el espacio de un no fumador en empresas, donde mayoritariamente no hay salas para fumadores, hace cuestionarse a la Administración, el control que ejerce sobre estas leyes. "Yo creo que hay centros que sí las cumplen y otros no, pero no puedo decir hasta qué punto se están respetando", indica Marta Aguilera, subdirectora general de Planes y Programas de Prevención del Ministerio de Sanidad.

Las acciones llevadas a cabo durante los últimos cuatro años por la Coordinadora para el Análisis sobre el Tabaquismo y la Salud (CATS) aportan alguna pista sobre el grado de cumplimiento de las leyes: Casi dos centenares de denuncias, 40 a una misma empresa de transportes, por hacer caso omiso de las prohibiciones. "Somos el país que más legisla y menos cumple, entre otros motivos, por las deficiencias en los servicios de inspección", afirma Carmen Muriana, miembro de la CATS.

Esta asociación ha denunciado a varias instituciones públicas catalanas por no tener señalizaciones sobre la prohibición de fumar y a los servicios de autobuses urbanos por permitir que los conductores fumen. Otro grupo de denuncias se han dirigido a supermercados y grandes superficies como El Corte Inglés, "donde existen señalizaciones, pero la empresa se inhibe ante los ciudadanos que fuman". Según Carmen Muriana, las mayores quejas que reciben provienen del ámbito laboral. "Muchos no fumadores terminan marginándose, e incluso cambiando de profesión". La falta de datos oficiales sobre este fenómeno ha provocado que, según Marta Aguilera, la Administración "se esté planteando hacer un estudio para evaluar el grado de cumplimiento de la normativa", aunque de momento, asegura que no hay intención política de endurecerla.

Las mujeres fuman más

Mal iban a llevar los españoles mayores restricciones. Los estudios de Sanidad y Tabacalera coinciden en calcular que fuma entre el 30% y el 35% de la población española. Las últimas estadísticas oficiales, de 1987, revelan que son fumadores el 50% de los varones y el 23% de las mujeres, aunque la tendencia y las expectativas de mercado de Tabacalera cifran en la incorporación progresiva de la mujer al tabaquismo el augurio de un aumento constante en la demanda. En miles de cajetillas, las ventas aumentan cada año, con ligeras disminuciones al inicio de la década de los ochenta en relación con la proliferación mundial de campañas contra el tabaco.

En Holanda, el 1 de enero de 1990 entró en vigor la Ley del Tabaco. Concebido como un marco de referencia legal, el texto ofrece la posibilidad de lograr su prohibición en lugares públicos y diseñar planes concretos para reducir su uso y publicidad. Por el momento, sin embargo, esta última depende de los acuerdos de autorregulación voluntaria alcanzados con las firmas tabaqueras que el Gobierno acepta como suficientes. En la actualidad, dos terceras partes de los aviones de la compañía aérea holandesa KLM son para no fumadores. El tercio restante lo ocupan los fumadores. En los trenes, la distribución es la misma. Los funcionarios sí pueden fumar en el área estricta que ocupan para trabajar. A las empresas privadas se les ruega que sigan este modelo y un 25% ha mostrado buena disposición para ello.

De controlar el cumplimiento se ocupan los inspectores del Ministerio de Sanidad. Los mismos suelen actuar a petición de la Fundación Salud y Tabaco (1974), que depende en parte de dicho departamento. Según sus últimos datos, en 1991 fumaba en Holanda un 33% de la población a partir de los 15 años y un 7% de los adolescentes entre 10 y 14 años. En 1979, idénticos segmentos de población alcanzaban un 45% y un 22%, respectivamente.

Cuando hace año y medio los diputados portugueses y los periodistas dejaron de poder fumar en el hemiciclo parlamentario, los promotores de la cruzada antitabaco en Portugal se apuntaron un tanto histórico. Consideraban particularmente antipedagógicas las imágenes, divulgadas por la televisión, de los representantes de la nación discutiendo de los temas más importantes en vueltos en una nube de humo. El presidente del Gobierno, Cavaco Silva, que no fuma, prohibió fumar en el Consejo de Ministros y es en buena medida responsable de los nuevos hábitos impuestos en la Administración.

La prohibición total de fumar está en vigor en transportes urbanos (metro, bus, taxis, trenes), y en general, en todos los locales de atención al público. En los centros de trabajo, salvo raras excepciones impuestas por algunas multinacionales, impera la ley del príncipe, es decir, del jefe. Si es no fumador suele imponer su criterio a sus subordinados.

Ausencia de quejas

La inspección de trabajo confirma que no ha recibido una sola queja por violación del derecho de cualquier trabajador a un lugar de trabajo libre de humo. La policía debe obligar a los conductores de transportes públicos a cumplir la prohibición de fumar al volante. En estos casos las multas son mínimas y raramente aplicadas. La fiscalización es sobre todo ejercida por no fumadores ruidosamente militantes, que cuentan para intimidar a los culpables con el horror que la inmensa mayoría de los portugueses tienen a cualquier tipo de escándalo público.

En Alemania no existe, a nivel federal, ninguna legislación específica sobre la prohibición de fumar en determinados lugares públicos. La facultad de efectuar estas prohibiciones recae en las Administraciones locales. En lo que se refiere a las instituciones privadas, también es la dirección de los mismos1a que decide. En Bonn, concretamente, la Administración local prohibe fumar en los transportes. En los andenes del metro, por ejemplo, se puede fumar, pero últimamente se han colocado carteles rogando a los usuarios que se abstengan de hacerlo para no molestar a quienes están en contra. Pero, por ejemplo, en las oficinas del Ayuntamiento de Bonn no está prohibido fumar. En cuanto a las prohibiciones, son estrictamente cumplidas por la mayoría de los alemanes.

En el Reino Unido no existe,al menos por el momento, el clima de persecución contra los fumadores que se detecta en otros países. No se puede fumar en los vuelos internos (todos duran menos de dos horas), pero sí en zonas especiales de los trenes y restaurantes.

No hay normativa específica para las empresas públicas y privadas, y son los propios trabajadores quienes acuerdan un reparto razonable entre zonas para fumadores y recintos libres de humo. Está prohibido en casi todos los comercios, grandes o pequeños. Aunque la multa mínima por fumar en lugares prohibidos, como el metro, es de 25 libras (unas 4.500 pesetas), no es difícil ver algún cigarrillo encendido. Los no fumadores son los más perjudicados por el clima de tolerancia en los pubs, donde no existen -salvo rarísimas excepciones- áreas para ellos.

En Italia se fuma sin complejos. La norma vigente más espectacular sobre el uso del tabaco en Italia, y la que más diferencia a ese país de España, es la prohibicion total de fumar en todos los vuelos interiores, que se aplica a rajatabla. Con carácter general, está prohibido fumar en autobuses y metro y esa norma también se observa. En los trenes de larga distancia hay departamentos reservados para fumadores, que se respetan. En algunos trayectos cortos, como el Roma-Fiumicino, no se permite fumar, pero hay quien lo hace.

Hay también espacios reservados para fumadores en las salas de espera de los aeropuertos, no en las de llegada, y en las zonas de reunión de locales de espectáculos y teatros. El uso del tabaco esta teóricamente prohibido en ascensores, en todas las oficinas de la Administración y en los hospitales, pero en estos casos la observancia de la norma tiende a ser más que dudosa.

Recientemente se ha hablado de una reglamentacion por la que quedará prohibido fumar en todos los lugares abiertos al público, incluidos los de propiedad privada, como restaurantes y oficinas. En estos últimos se podrá disponer zonas reservadas para fumadores, siempre que se justifique disponer de los servicios de extracción de humos, etcétera, correspondientes. Pero de momento, ni siquiera se conoce el texto del borrador.

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