Un modelo de mujer para cada creador

Hoy se clausura la Pasarela Cibeles

De la mujer-escultura de Jesús del Pozo, protegida por una burbuja de sedas transparentes, hasta la pérdida voluntaria de la noción de buen gusto de Antonio Alvarado, se asiste a la brutal oposición del código estético. La jornada de ayer en la Pasarela Cibeles -que hoy cierra sus puertas en el Palacio de Congresos- estuvo marcada por el individualismo del creador, más preocupado por dejar impreso su sello personal que por estar pendiente de la necesidad de comunicar y resolver. Devota & Lomba se erigieron como la propuesta más real que no riñe investigación con demanda social.

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De la mujer-escultura de Jesús del Pozo, protegida por una burbuja de sedas transparentes, hasta la pérdida voluntaria de la noción de buen gusto de Antonio Alvarado, se asiste a la brutal oposición del código estético. La jornada de ayer en la Pasarela Cibeles -que hoy cierra sus puertas en el Palacio de Congresos- estuvo marcada por el individualismo del creador, más preocupado por dejar impreso su sello personal que por estar pendiente de la necesidad de comunicar y resolver. Devota & Lomba se erigieron como la propuesta más real que no riñe investigación con demanda social.

Tanto Pedro del Hierro como Jesús del Pozo ejercieron de impecables modistos, absolutamente fieles por subrayar su ideal de mujer. En los dos estuvo latente su pasión por los lenguajes de la alta costura.Del Pozo insiste en la belleza imposible, demasiado sublime para los tiempos que corren.

Trabaja bien los volúmenes -que logran marcar un enorme círculo de privacidad inviolable alrededor del cuerpo por tantos metros de tela- y utiliza la seda como hilo conductor de su mundo fantasioso. Desde los forros de los amplios abrigos, cosidos primorosamente en pliegues, hasta las breves asi metrías que escotan un hombro o la espalda, Del Pozo se proclama como un constructor perfecto. Pero en su riesgo desafía la calle, el discurrir cotidiano y en cambio endiosa a la mujer como quintaesencia de la feminidad. Su idealización, no obstante, es combativa y expresa la reticencia ante el vaivén caprichoso de la moda de temporada. Pedro del Hierro retomó a la mujer breve, en una acérrima defensa del traje chaqueta de ciudad. Aires americanizados en ese concepto de ejecutiva brillante de Park Avenue, siempre tan coordinada y con una carta de colores fríos que va del rosa chicle, el rojo anaranjado a los azules glaciales.

Sin demasiada renovación respecto a sus anteriores colecciones, Del Hierro ha renunciado a abandonarse en el largo -tendencia que constituye uno de los más importantes debates de la Pasarela Cibeles- y da una inmensa variedad de faldas cortas; con vuelo, evasés y plisadas.

Devota & Lomba suavizaron el cartel de colecciones, demasiado tedioso, y trabajaron sobre el pantalón corto y el pichi como claves de una juventud rescatable. Los trajes masculinos, de pantalón pinzado, patas de gallo y ojos de perdiz, las faldas largas con múltiples aberturas y los conjuntos de piel de pitón, se resisten a claudicar con el concepto de moda como divertimento.

Alvarado, a ritmo discotequero y acompañado, entre el público, por Paco Clavel, Alaska y Daniel Múgica, hizo un elogio de la pata de elefante, el fleco, y las combinaciones estridentes de colores. Alvarado no entiende la moda como tal, sino que bucea entre los tics urbanos y lo eleva a la pasarela donde se proclama moderno.

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