Serra y Solchaga se comprometen a "tener en cuenta" las propuestas económicas de la CEOE

El vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, y el ministro de Economía, Carlos Solchaga, se comprometieron ayer a tener en cuenta las conclusiones de los empresarios tanto sobre política económica general como sobre el plan de convergencia con la CE. Serra -que clausuró ayer la Conferencia Empresarial 1992, organizada por la patronal- defendió las ventajas del consenso para encarar el reto europeo. Poco antes, Solchaga había realizado una llamada a la conveniencia de ese consenso, pero añadió que "el Gobierno no buscará una excusa en la falta de consenso para no hacer lo que tiene que hacer"....

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El vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, y el ministro de Economía, Carlos Solchaga, se comprometieron ayer a tener en cuenta las conclusiones de los empresarios tanto sobre política económica general como sobre el plan de convergencia con la CE. Serra -que clausuró ayer la Conferencia Empresarial 1992, organizada por la patronal- defendió las ventajas del consenso para encarar el reto europeo. Poco antes, Solchaga había realizado una llamada a la conveniencia de ese consenso, pero añadió que "el Gobierno no buscará una excusa en la falta de consenso para no hacer lo que tiene que hacer".

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Ni Serra ni Solchaga recogieron los múltiples guantes que el presidente de la patronal, José María Cuevas, les lanzó en la forma de críticas a sus propuestas políticas y a su ideología, o incluso a la escasa dedicación al diálogo del ministro con los empresarios y a la reducida experiencia del vicepresidente en los foros empresariales. Los dos representantes del Gobierno prefirieron pronunciar los discursos que traían preparados, con mensajes más bien genéricos, y que -evidentemente- no arrancaron la encendida aclamación por parte de los empresarios que sí recibió Cuevas.Dos fueron los puntos básicos del discurso de Narcís Serra. El primero es que la Unión Europea no es un reto sólo para el Gobierno, "es un reto para todos". Para el Gobierno porque ha de conseguir la convergencia marcada por la Comunidad Europea con un margen de maniobra restringido; para la sociedad porque ese esfuerzo implica una mejora de la competitividad y una erradicación de los corporativismos; para los sindicatos porque deben equilibrar "la legítima defensa de los trabajadores con la garantía de la competitividad de la economía"; y también para los empresarios que deben mejorar tanto su "capacidad empresarial como su responsabilidad social".

Serra implicó claramente a los empresarios en el reto europeo. Llegó a decir que "del éxito de los empresarios depende también el éxito del programa del gobierno socialista". Esta implicación del programa socialista con el éxito empresarial se produce sólo días después de que el secretario de organización del PSOE, José María Benegas, comentara que las propuestas de la derecha política no satisfacen a la derecha económica.

Sin interferencia

El segundo mensaje de Serra fue la petición a empresarios y sindicatos para que no interfieran en la labor del Gobierno. "Conviene que los empresarios hagan de empresarios, que los sindicatos negocien con realismo y que el Gobierno acierte en las prioridades y cumpla sus compromisos". A cambio, añadió, "no es bueno ejercer roles que no nos corresponden; que los empresarios o los sindicatos pretendan suplir al Gobierno o que el Gobierno interfiera en sus cometidos".

Con todo, Serra hizo una llamada al consenso y le comprometió a prestar atención a las conclusiones que hayan sacado los empresarios en la Conferencia que concluyó ayer. El ministro de Economía, Carlos Solchaga, asumió en su intervención el mismo compromiso y también alabó las ventajas del consenso. La diferencia aquí es que Solchaga matizó que el plan de convergencia que el Gobierno presentará en las Cortes en febrero saldrá adelante aun sin consenso. "El Gobierno no va a buscar excusas en la falta de consenso para hacer lo que tiene que hacer".

Solchaga, que intervino inmediatamente después de un aplaudido discurso de Cuevas, recordó la importancia de la competitividad para la supervivencia de las empresas, se comprometió a rebajar el déficit público más de lo que exigen las condiciones de Maastricht (un 3% del PIB) y aseguró, que la liberalización de los mercados será una pieza clave para el acercamiento a la Unión Europea.

Esa liberalización pondrá especial énfasis, según el ministro, en el mercado de trabajo, donde "instituciones legales anticuadas [como las ordenanzas laborales] están dificultando la movilidad de los trabajadores o la formación profesional e incluso la reducción del desempleo en España".

El titular de Economía aprovechó el foro empresarial para insistir en su convicción de que ya ha comenzado la recuperación económica; una opinión que, dijo Carlos Solchaga, pronto compartirían los empresarios. Esa recuperación -añadió- será más que patente en 1993 aunque sus efectos sobre el empleo "tardarán algún tiempo en verse". Con esa idea de recuperación, reiteró que España podrá cumplir a tiempo las condiciones impuestas en Maastricht para estar en el pelotón de cabeza de la Unión Europea.

Horas después, en Almería se refirió al problema de la corrupción al asegurar que "hay que reconocer que el PSOE no es una sociedad angelical y quizás en su entorno ha habido casos de corrupción", informa Ángel González. Solchaga dijo que compartía la orientación del Comité Federal de su partido sobre la lucha por eliminar la corrupción e insistió en que "no es bueno que el debate político se centre en eso".

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