Laurie AndersonArtista polifacética

"Desde que los políticos se metieron en arte, yo he decidido meterme en política"

La información, los datos reveladores y las estadísticas chocantes refuerzan un discurso cuya columna vertebral son evocaciones autobiográficas y anécdotas de viajes. Como Byrne, ella hace parecer extraordinario lo cotidiano, se niega a patrocinar remedios milagrosos para los problemas sociales y evita los tics de la alta cultura.Fuma cigarrillos rubios a los que quita el filtro y tiene esa fragilidad que hace que sus seguidores se esfuercen en protegerla: en Madrid, intentaron incluso aplaudir al final del primer pase en público de su Carmen, estrafalario cruce entre una visión desmiti...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La información, los datos reveladores y las estadísticas chocantes refuerzan un discurso cuya columna vertebral son evocaciones autobiográficas y anécdotas de viajes. Como Byrne, ella hace parecer extraordinario lo cotidiano, se niega a patrocinar remedios milagrosos para los problemas sociales y evita los tics de la alta cultura.Fuma cigarrillos rubios a los que quita el filtro y tiene esa fragilidad que hace que sus seguidores se esfuercen en protegerla: en Madrid, intentaron incluso aplaudir al final del primer pase en público de su Carmen, estrafalario cruce entre una visión desmitificadora de la ópera de Bizet y un vídeo de turista deslumbrado por el tipismo de Sevilla: "Ver la fábrica de Tabacalera en Sevilla me sugirió la idea de trasplantar la cigarrera de Bizet al tiempo actual, cambiando el argumento. Como no me gustan las óperas donde al final muere la protagonista, aquí Carmen termina cargada de críos, casada con el tipo equivocado". La experiencia fue placentera, insiste: "En vez de lo habitual, el equipo estuvo alegre durante el rodaje, todos intentaban hablar en inglés, conmigo. Lo más dificil fue grabar la música flamenca: María la Burra me explicaba que su canción se la enseñó su padre y se echaba a llorar; cuando volvía a interpretarla, era de forma distinta y yo no sabía explicarle que eso era un gran problema técnico". Laurie Anderson no quiere hablar de música, más allá de vagas referencias al deseo de "liacer cosas más simples, aunque me temo que al final terminará en un montaje tan complicado como los anteriores".

Más información

Strange angels, su último elepé, apareció en 1989 pero no tiene prisa por editar una nueva obra. "Desde que los políticos se metieron en el mundo del arte, he decidido que los artistas tenemos que metemos en la política". Se refiere a la ola censuradora iniciada por el ultraconservador Jesse Helms, que ha logrado votar la financiación oficial de exposiciones de contenido polémico: "En cierta forma, ha sido bueno para los artistas. Yo estaba a punto de abandonar Nueva York, el Downtown se estaba convirtiendo en una zona estéril por culpa de los comerciantes en arte. De repente, al hundirse el mercado y sentirse la presión del conservadurismo, las galerías están volviendo a llenarse de trabajos interesantes. Los artistas tienen algo que decir en vez de cumplir simplemente con los pedidos de los marchantes".

La contraofensiva de Laurie Anderson ha consistido en conferencias. "Nada que ver con mis conciertos, apenas si hay música o proyecciones. Viajo por Estados Unidos y hablo en todo tipo de auditorios. De hecho, insistí a mi representante en que necesitaba actuar fuera del circuito de las universidades liberales. Así me he encontrado ante estudiantes de un instituto politécnico donde se forman los especialistas en misiles y armamento de alta tecnología. Son chicos Henos de entusiasmo patriótico por los resultados de la Operación Escudo del Desierto. Y se quedan muy desconcertados cuando les cuentas, por ejemplo, las cifras de suicidios entre veteranos del Vietnam: viven inmersos en una sociedad mediática pero carecen de la información vital".

En una ocasión, Anderson hizo una gira en compañía del escritor William Burroughs. "Fue un poco incómodo, en cuanto llegaba a una ciudad quería galería de tiro, a practicar su puntería. Burroughs parece un americano medio, tiene un aspecto de lo más convencional y enseguida te intenta convencer de algo. Está completamente paranoico, ve conspiraciones por todos los rincones. Lo malo es que muchas de sus peores intuiciones de los años cincuenta se han hecho realidad: ahora todo sucede muy deprisa pero es como si hubiéramos regresado a la era de Eisenhower".

Eisenhower fue sustituido por John F. Kennedy, un relevo que Anderson cree que no se repetirá. "El modelo actual de político es Duke, aunque perdiera en Lousiana. Aparte de nazi, era un libertino, escribió un manual sobre tépnicas sexuales. Sin embargo, declara que ha sido tocado por la gracia de Dios, que renace cada día. Y como cada día es una nueva persona, no tiene conflictos ya que sus pecados anteriores fueron cometidos por otra persona. Es un credo perfecto para los norteamericanos de los años noventa".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En