HACIA LA CUMBRE DE MAASTRICHT

Úlimo impulso de los Doce hacia la Unión Europea

Los Doce se enfrentan hoy en Maastricht a la hora de la verdad en su camino hacia la Unión Europea. Los jefes de Estado y de Gobierno fueron llegando ayer a esta tranquila ciudad holandesa sin aparentemente dar su brazo a torcer. Los dos grandes protagonistas de la cumbre, John Major y Helmut Kohl, se reafirmaron en sus posiciones: "Llevaré al Parlamento un tratado que pueda recomendar o no llevaré ninguno", aseguró el primer ministro británico. "La unión de Europa será irreversible" contestó el canciller alemán. Sin embargo, ya hay algunos acuerdos más o menos secretos. Por ejemplo, suprimir ...

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Los Doce se enfrentan hoy en Maastricht a la hora de la verdad en su camino hacia la Unión Europea. Los jefes de Estado y de Gobierno fueron llegando ayer a esta tranquila ciudad holandesa sin aparentemente dar su brazo a torcer. Los dos grandes protagonistas de la cumbre, John Major y Helmut Kohl, se reafirmaron en sus posiciones: "Llevaré al Parlamento un tratado que pueda recomendar o no llevaré ninguno", aseguró el primer ministro británico. "La unión de Europa será irreversible" contestó el canciller alemán. Sin embargo, ya hay algunos acuerdos más o menos secretos. Por ejemplo, suprimir la mención a la "vocación federal" de todo el proceso.

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ENVIADOS ESPECIALESJohn Major se mostró a su llegada especialmente duro en cuanto a la exigencia de la cláusula de exclusión (opting out): "Exigimos la garantía absoluta de que nadie nos obligará a tener una moneda única a menos que así lo decida nuestro Parlamento". El primer ministro británico sabe que la cláusula será incorporada al. tratado. "Las negociaciones serán duras, quién lo duda, y nosotros seremos todo lo flexibles que podamos".Flexible se ha mostrado ya el canciller Kohl: pocas horas antes de llegar a Maastricht insinuó que Alemania, la gran defensora de dar más poder al Parlamento Europeo, estaría dispuesta a estudiar "dos etapas", de forma que esta cumbre sea un primer paso a completar en la revisión del tratado prevista para 1996. Kohl es el pivote de esta cumbre.

Si los jefes de Estado y de Gobierno de los países de la CE mantienen la palabra que empeñaron hace un año en Roma, la cumbre deberá aprobar un nuevo tratado de unión política y monetaria y abrir un nuevo camino a Europa. Las diferencias harán imposible, probablemente, ir más allá de un acuerdo de mínimos. Las principales amenazas al consenso son el rechazo británico a casi todos los puntos claves de la reforma y la exigencia española de consagrar la cohesión económica y social como principio de la Unión.

John Major acude a Maas tricht con todo su paquete de recortes abierto. Londres se opone a la toma de decisiones por mayoría en política exterior, rechaza que la UEO pueda ser el brazo armado exclusivo de la CE, niega la existencia de una política social, se resiste a que el poder de codecisión legislativa del Parlamento Europeo sea más que simbólico, no acepta normas comunes de inmigración y quiere mantener la opción de rechazar la moneda única. La táctica de Major ha sido no ceder en nada para no perder capacidad de presión ni de canje. [Sin embargo, un miembro de la delegación británica declaró ayer en Maastrich que el Reino Unido podría aceptar las decisiones adoptadas por una mayoría cualificada en algunas cuestiones secundarias de política exterior y de seguridad, informa France Presse.] Alemania y Francia, apoyadas por una mayoría de países, entre ellos España, intentan minimizar el efecto del bloqueo británico.

El año de negociaciones transcurrido desde que los Doce decidieron dotar a la unión de una política exterior y de seguridad común no ha permitido superar las diferencias. La CE se autoimpuso hace un año en Roma la obligación de intervenir con una sola voz en el mundo, pero la guerra del Golfo mostró que va más lenta la realidad que los deseos. El conflicto de Yugoslavia ha vuelto a dejar patente la incapacidad de los Doce para controlar una crisis incluso al borde de sus fronteras.

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La política exterior tropieza con la negativa del Reino Unido, Portugal y Dinamarca a aceptar que una acción común, en desarrollo de un interés general previamente acordado por unanimidad, pueda ser decidida por mayoría cualificada, incluso condicionada al sí de 8 de los 12 países. Irlanda, país neutral, plantea también problemas. Alemania, Francia, España, Bélgica, Grecia y Luxemburgo hacen de este procedimiento cuestión de principio para evitar el inmovilismo.Fácil consensoEn seguridad parece más fácil lograr el consenso si se acepta que la política común de defensa, articulada a través de la UEO, se haga en complementariedad con la OTAN. El primer ministro Constatino Mitsotakis afirmó que el sí de Grecia a la unión política depende de las garantías de ingreso en la UEO. A discusión está una propuesta belga, apoyada por franceses, alemanes y españoles, para que la Unión Europea se dote "a plazo" de una defensa común.

Si la unión política llega a la cumbre con tan sólo un año de discusión de los proyectos, la unión monetaria parece más madura tras tres años de negociaciones. Aun así, los Doce deberán zanjar dos grandes diferencias. Por un lado, se trata de facilitar el paso a la moneda única merced a un mecanismo excepcional de decisión por mayoría simple. El Consejo Europeo toma las decisiones siempre por consenso. Se ensayará primero la unanimidad en 1996, entendida ésta con la particularidad de que un voto negativo no significará veto, para dar todo su sentido a la cláusula de exclusión que exige Londres. Si no se llega a un acuerdo, dos años después bastaría la mayoría simple de siete países para dar luz verde a la unión monetaria plena.

El Reino Unido no quiere aceptar esa norma excepcional que significa quedar aislado. Pide además una cláusula general de exclusión de la moneda única, que 10 países quieren convertir sólo en un protocolo exclusivo para los británicos.

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