Los olvidados rehenes alemanes

Kemptner y Struebig, 'prisioneros privados' de una familia libanesa

Después de la liberación de Terry Anderson, el último de los rehenes norteamericanos, dos alemanes siguen en Líbano, donde fueron secuestrados en mayo de 1989: Thomas Kemptner, de 28 años, y Heinrich Struebig, de 50, dos voluntarios de ASME Humanitas, un grupo de ayuda médica ya desaparecido. La suya es una situación de olvido, ya que en ningún momento parecen haber gozado del apoyo abierto de su Gobierno.Kemptner y Struebig son, además, los rehenes particulares de una familia, los Hamadi, cuya actuación no se inscribe en el marco de la lucha ideológica. El hermano mayor, Abdul Hadi Hamadi...

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Después de la liberación de Terry Anderson, el último de los rehenes norteamericanos, dos alemanes siguen en Líbano, donde fueron secuestrados en mayo de 1989: Thomas Kemptner, de 28 años, y Heinrich Struebig, de 50, dos voluntarios de ASME Humanitas, un grupo de ayuda médica ya desaparecido. La suya es una situación de olvido, ya que en ningún momento parecen haber gozado del apoyo abierto de su Gobierno.Kemptner y Struebig son, además, los rehenes particulares de una familia, los Hamadi, cuya actuación no se inscribe en el marco de la lucha ideológica. El hermano mayor, Abdul Hadi Hamadi, es el jefe de los servicios de seguridad del grupo fundamentalista Hezbolá. Su hermano Mohamed, de 27 años, cumple cadena perpetua en una prisión alemana por el secuestro de un avión de la compañía norteamericana TWA en junio de 1985, durante el cual asesinó a un soldado estadounidense. Su otro hermano, Abbas, de 25 años, cumple una condena de 13 años por el frustrado secuestro de dos hombres de negocios alemanes en Beirut en 1987. Ambos fueron detenidos en Alemania en 1988, juzgados y condenados.

Giandomenico, Picco, el enviado especial de la ONU para la liberación de los rehenes, llegó ayer a Bonn y se entrevistó con el ministro de Asuntos Exteriores, Genscher. El Gobierno alemán, que se había desentendido del asunto, tuvo que reaccionar tras la liberación de Anderson, y el canciller Helmut Kohl se reunió con Genscher y los ministros de Interior y de Justicia.

El problema es que los Hamadi están condenados por una sentencia firme que el Gobierno alemán se niega a reconsiderar. Sin olvidar la presión de Washington, que en 1988 pidió su extradición, no siéndole concedida por el Gobierno de Bonn, que, en cambio, se comprometió a juzgar y hacer cumplir la condena a los dos hermanos libaneses.

Sin embargo, aunque oficialmente Bonn niega rotundamente que esté dispuesto a liberar y expulsar a los Hamadi, los signos que se recogen en medios gubernamentales parecen apuntar hacia una flexibilización de la postura alemana parece hoy suavizarse.

Se sabe, por ejemplo, que un diplomático alemán estuvo negociando en Damasco la semana pasada. La agencia iraní Irna informaba ayer que, tras una conversación telefónica entre Genscher y el viceministro de Exteriores iraní, Alí Mohammad Besharati, Teherán había comunicado a los secuestradores que "después de la liberación de los dos alemanes, Bonn tomará medidas hacia la liberación de los hermanos Hamadi".

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