Crítica

El 'seny' de Benguerel

Si exceptuamos el Concierto en mí bemol, de Liszt, todo el programa dirigido a la ONE por Aldo Ceccato estaba consagrado a la latinidad: un estreno de Xavier Benguerel (Barcelona, 1931), Las fuentes de Roma, de Respighi, y La Valse, de Ravel.La Obertura episódica, de Benguerel, se mueve dentro de las líneas que caracterizan la obra instrumental de su autor. Domina Benguerel el artesanado y parte de ideas que parecen aplicar a la música el legendario seny de los catalanes. Quiere decirse que confirmó los rasgos de la marca, fuera de excesos y más buscadores. d...

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Si exceptuamos el Concierto en mí bemol, de Liszt, todo el programa dirigido a la ONE por Aldo Ceccato estaba consagrado a la latinidad: un estreno de Xavier Benguerel (Barcelona, 1931), Las fuentes de Roma, de Respighi, y La Valse, de Ravel.La Obertura episódica, de Benguerel, se mueve dentro de las líneas que caracterizan la obra instrumental de su autor. Domina Benguerel el artesanado y parte de ideas que parecen aplicar a la música el legendario seny de los catalanes. Quiere decirse que confirmó los rasgos de la marca, fuera de excesos y más buscadores. de sutilezas que de grandes sonoridades efectistas. Es muy atractiva la construcción, coherente, unitaria y basada en 16 episodios, cada uno de los cuales acusa algún rasgo sustancial o de procedimiento, sin por ello romper la continuidad general. La Obertura, expuesta con claridad por la ONE y Ceccato, fue bien recibida aunque no puede hablarse de entusiasmo. Quizá el mismo Benguerel, artista muy consciente, tampoco lo esperaba.

Orquesta Nacional de España

Director: A. Ceccato. Solistas: L. Berman, solista. Obras de Benguerel, Liszt, Respighi y Ravel. Auditorio Nacional. Madrid, 8 de noviembre.

Tocó el concierto de Liszt Lasar Berman, pianista soviético (Leningrado, 1936) que gozó de no escasa aureola y lanzamiento sensacionalista. Su perfección técnica o su tan comentada musicalidad no son sino eso: leyenda, fantasía. Desde el arranque, acometido con tanta precaución, hasta los dulzones amaneramientos del tiempo lento, Berman se comportó como un ilustre chambón y como un sentimentaloide enojoso. Ceccato, que acompañó con verdadera pericia al solista, se recreó luego en Las fuentes de Roma, de Respighi, y logró una versión notable de la muy dificil Valse, de Ravel. Para el maestro y para la orquesta sonaron insistentes las mayores ovaciones.

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