Crítica:ARTES

La vida como motor

Organizada por el Haags Gemeente Museum de La Haya, con comisariado de Rudi Fuchs y Franz W. Kaiser, llega a la Fundación Miró esta antológica -66 pinturas y siete esculturas realizadas entre 1948 y el pasado año- de Karel Appel (Amsterdam, 1921) para inaugurar la temporada expositiva de esta entidad. Formado pictóricamente en la tradición académica holandesa, Appel recibió otra huella educacional bien especial y, sin duda, mucho más duradera: la de un entorno social y vital convulsionado por la II Guerra Mundial. Con todo lo que ello supone de desarraigó del individuo, pero, también, de amor ...

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Organizada por el Haags Gemeente Museum de La Haya, con comisariado de Rudi Fuchs y Franz W. Kaiser, llega a la Fundación Miró esta antológica -66 pinturas y siete esculturas realizadas entre 1948 y el pasado año- de Karel Appel (Amsterdam, 1921) para inaugurar la temporada expositiva de esta entidad. Formado pictóricamente en la tradición académica holandesa, Appel recibió otra huella educacional bien especial y, sin duda, mucho más duradera: la de un entorno social y vital convulsionado por la II Guerra Mundial. Con todo lo que ello supone de desarraigó del individuo, pero, también, de amor último y apego profundo a la vida frente a la esclerosis del lamento y la tragedia.

A finales de 1947, y en una dolorosa posguerra, Appel forma, junto a un reducido elenco de amigos y poetas bien afines en sus convicciones artísticas, el Grupo Experimental Neherlandés, órgano de la revista Reflex, que pasará a integrarse en el celebérrimo grupo Cobra, asociación internacional formada al ano siguiente.

Karel Appel

Fundació Joan Miró. Parc de Montjuïc. Barcelona. Hasta el 1 de diciembre.

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Cobra supuso, dentro de la oleada estética que se sitúa entre la eclosión del expresionismo abstracto y la abstracción pospictórica y analítica posterior, una comunión de convicciones con respecto al primero y una verdadera disensión con respecto a los postulados lógicos y puramente lingüísticos del segundo.

Cobra, por tanto, revivirá y continuará, en el fondo, una antigua tradición pictorica europea fundada y asentada en la voluníad objetiva, ficcional y figural de lo iconográfico.

Pero algo distancia, a su vez, estos ingredientes ideales del surrealismo: no existen.en Appel la sistematización narrativa y doc trinaria propia de aquél, sino antes bien, y como él mismo no se ha cansado de señalar, afron tamiento directo de la realidad del presente, de todas aquellas miserias y milagros que posibilitan y caracterizan a la vida.

Y, así Appel, con su pintura se dedica a la ardua tarea de desprender del vivir su lado más banal y materialista -tomando incluso, engañosamente, los modos en que ello se presenta vivencialmente como tema del cuadro- para quedarse con la quinta esencia, cuando no afrontando directamente su lado más tormentoso y doliente.

Desgraciadamente, aunque parte de lo dicho en la muestra queda bien patente, no es menos cierto que. un aire de desilusión acaba recorriéndonos por adentro. Appel baja enteros casi en la misma directa proporción que cumple años. Lo digo,por varios cuadros en que se pone de manifiesto la invasión de un desmesurado equilibrio colorero y la ausencia de un verdadero empuje físico para sacarlos adelante.

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