"Los éxitos te dan seguridad"

"Ha sido un sueño que todavía no me acabo de creer", dice la soprano a propósito de su intervención en la Scala de Milán. "Durante las semanas anteriores me repetía continuamente a mí misma que la Scala era un teatro como otro cualquiera, pero no me conseguía engañar. Pensaba en Renata Tebaldi, pensaba en María Callas, pensaba en tantas figuras de la lírica que han cantado en ese teatro y me daban auténticos temblores".Una faringitis complicó las vísperas del debú de María Bayo, nada más llegar a la ciudad italiana. "Me tranquilicé en los ensayos, cuando vi cómo corría mi voz, sin forzarla...

"Ha sido un sueño que todavía no me acabo de creer", dice la soprano a propósito de su intervención en la Scala de Milán. "Durante las semanas anteriores me repetía continuamente a mí misma que la Scala era un teatro como otro cualquiera, pero no me conseguía engañar. Pensaba en Renata Tebaldi, pensaba en María Callas, pensaba en tantas figuras de la lírica que han cantado en ese teatro y me daban auténticos temblores".Una faringitis complicó las vísperas del debú de María Bayo, nada más llegar a la ciudad italiana. "Me tranquilicé en los ensayos, cuando vi cómo corría mi voz, sin forzarla, de una forma natural. La Scala tiene una acústica excepcional, donde los sonidos vuelven y te oyes estupendamente".

Mirella Freni y Richard Leech fueron sus compañeros de reparto en la tradicional puesta en escena de Zefirelli ("el público sigue aplaudiendo al levantarse los actos II y III") y con la direccibrí del maestro Gavazzeni ("tiene más de 80 años, casi no se puede sostener y transmite una vitalidad contagiosa").

"En el momento de salir a escena, tras los primeros compases, se me fue el sombrero para atrás y lo tenía que sostener con la mano. Después, te metes en el personaje y no ves al público. Cuando acabó el vals, tras el diminuendo y el tra la la, me tiraron flores y gritaron 'bravo', pero yo no los oía. Luego, en la calle, me pedían autógrafos; fíjate, a mí, que soy una desconocida, la gente miraba los programas para ver cómo me llamaba y luego me decía cosas preciosas. Los días siguientes estuve como en una nube. Trataba de reconstruir la película con los aplausos, las flores, los autógrafos, pero lo veía todo confuso".

El triunfo, de todas formas, no parece haber perturbado a María Bayo: "Los éxitos te dan seguridad. Lógicamente, te van madurando. La voz es un instrumento frágil que tienes en un momento y luego dejas de tenerla. Eso produce inestabilidad. Ni he perdido ni quiero perder la sencillez. Al fin y al cabo he nacido en un pueblecito, mis padres son humildes y he tenido que trabajar sin ninguna ayuda, con un gran esfuerzo. Ahora tengo un reconocimiento, pero debo seguir esforzándome más que nunca porque también se me va a exigir cada vez más".

Tras la actuación de esta tarde en el Réquiem de Mozart en Madrid, María Bayo volverá a Milán, donde le quedan dos funciones, los días 28 de junio y 2 de julio. Los últimos días ha estado preparando con Teresa Berganza en Viena Cosi fan tutte, ópera que ambas cantarán juntas en San Sebastián los próximos 16 y 20 de agosto. En septiembre la soprano navarra debutará en el teatro de la Bastilla de París como la Susanna de Las bodas de Fígaro.

'Carmen', en Madrid

La soprano María Bayo volverá a cantar ópera en Madrid en 1992, como la Micaela de Carmen, junto a Teresa Berganza. "Será de las pocas veces que el personaje de Micaela, que es navarra, sea cantada por una soprano de Navarra como yo".María Bayo se siente moderadamente optimista respecto a la situación de la ópera en España: "Se están dando pasos importantes en la captación de públicos y en la forma de trabajo de algunos resulta a los jóvenes muy difícil el situarse por el escaso número de temporadas de ópera que se ofrecen, pero creo que se está avanzando. Aunque luego no se exploten éxitos como el de Rinaldo, por ejemplo, que se dejó pasar la oportunidad de transmitirlo por televisión y difundir así un espectáculo operístico tan brillante como Rinaldo hasta el último rincón del país".