LA MAESTRANZA

Novilleros conformistas

Sin ambición no se puede ser torero. Se pueden pasar los años vejetando en el escalafón de la novillería, y después tener unos renglones en el Cossío para presumir, en su día, ante los nietos, pero sin ambición es imposible descollaf en algo, donde además de la decisión personal han de conjugarse positivamente factores muy aleatorios, independientes de la voluntad del aspirante.La novillada de Félix Hernández venía que ni pintiparada para novilleros veteranos como los que alternaron el domingo en la Maestranza. Los novillos estaban cuajapos, algunos con hechuras de toros, los novilleros...

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Sin ambición no se puede ser torero. Se pueden pasar los años vejetando en el escalafón de la novillería, y después tener unos renglones en el Cossío para presumir, en su día, ante los nietos, pero sin ambición es imposible descollaf en algo, donde además de la decisión personal han de conjugarse positivamente factores muy aleatorios, independientes de la voluntad del aspirante.La novillada de Félix Hernández venía que ni pintiparada para novilleros veteranos como los que alternaron el domingo en la Maestranza. Los novillos estaban cuajapos, algunos con hechuras de toros, los novilleros también estaban cuajados, pues alguno, como Manfredi, pasa ya de la treintena de edad, y otro, como Corona, está en su sexta temporada con picadores. Mucho más bisoño es el ecijano Juan Alfonso Bermudo.

Hernández / Manfredi, Corona, Bermudo

Novillos de Félix HernándezBarrera, bien presentados, encastados y de desigual nobleza. José Manfredi: pinchazo y media (ovación); estocada caída (ovación). Manolo Corona: dos pinchazos y media (ovación); pinchazo hondo, estocada corta caída, descabello -aviso- y cuatro descabellos más (silencio). Juan Alfonso Bermudo: pinchazo y estocada (ovación); estocada tendida y cuatro descabellos (palmas). Plaza de la Maestranza, 23 de Junio. Un cuarto de entrada.

Pero pese a ser los novillos cuajados y -con perdón- los novilleros también, la actitud de unos y otros era diferente: los novillos tenían casta, o sea, ganas de embestir, mientras que los novilleros sólo parecían querer cumplir un trámite. Y al faltar esa confluencia de intenciones, el resultado del espectáculo devino asaz anodino.

Novillos encastados

Novilleros acomodaticios frente a novillos encastados, de dispar comportamiento, pues algunos, como los dos primeros, estaban dispuestos a colaborar al triunfo de los novilleros conformistas, si estos -Manfredi y Corona- hubieran templado los muletazos y, sobre todo, los hubieran engarzado más, para construir una faena.Novilleros dispuestos a pasar el trámite del festejo, frente a otros novillos encastados pero con algunas dificultades perfectamente salvables, como el quinto y el sexto, pero solamente superables si los novilleros hubieran dejado el conformismo y la rutina en el hotel.

Y novilleros que hubieran estado dispuestos a jugarse la vida para ser toreros, con los mansurrones novillos lidiados en tercero y cuarto lugar, que también tienen la faena que no les hicieron los novilleros conformistas.

El adocenamiento, el conformismo, la ausencia de ambición, son predicables de los tres espadas. SI acaso, puede apreciarse la atenuante de menor experiencia en el ecijano Juan Alfonso Bermudo. Los otros dos, parece que se conforman con permanecer en el escalafón menor otro quinquenio.

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