Olvidaron la sal
Una compañía como la ópera de Cámara de Varsovia, habitual visitante de los festivales Mozart, cimenta su trabajo en la labor de conjunto. La clemencia de Tito es una obra compleja, extraña, entre el oratorio ejemplar y el cartón-piedra de una ópera seria fuera de sitio. Su música es, sin embargo, hermosa.Los polacos aplicaron su habitual estética del pan con tomate: máximo aprovechamiento de recursos limitados. La orquesta sonó correcta aunque con monotonía. La escena resultó limpia pero en exceso elemental. Las voces, con la feliz excepción de Miroslawa Tukalska como Sesto, (cálida, m...
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Una compañía como la ópera de Cámara de Varsovia, habitual visitante de los festivales Mozart, cimenta su trabajo en la labor de conjunto. La clemencia de Tito es una obra compleja, extraña, entre el oratorio ejemplar y el cartón-piedra de una ópera seria fuera de sitio. Su música es, sin embargo, hermosa.Los polacos aplicaron su habitual estética del pan con tomate: máximo aprovechamiento de recursos limitados. La orquesta sonó correcta aunque con monotonía. La escena resultó limpia pero en exceso elemental. Las voces, con la feliz excepción de Miroslawa Tukalska como Sesto, (cálida, musical), se movieron en una prestación digna pero con ribetes colegiales y carente de emoción. Todo ello dio origen al aburrimiento.
La clemencia de Tito
Ópera de Cámara de Varsovia. Director Musical: T. Wicherek. Dirección escénica: R. Peryt. Escenografía: A. Sadowski. Festival Mozart. Teatro Albéniz, 7 de mayo.
Hubo algún silbido al final de la obra (escaso) y especiales ovaciones para Tukalska, dentro de un tono general de aprobación. Al pan con tomate le faltó la sal. Y el jamón.