Una tomadura de pelo

Los toros estaban absolutamente inválidos. Que salgan absolutamente inválidos los toros, todos sin excepción; que el presidente devuelva uno y el sobrero sea un gato tan inválido como el inválido al que sustituía; que luego no le dé la gana de devolver ninguno más; que por la misma razón le regale una oreja a Espartaco; que los toreros se pongan a pegar pases a los toros inválidos con aires de kamikazes en la batalla de Guadalcanal; que la mitad selos den al aire porque los toros están en el suelo, todo eso, por junto y por separado, es una solemne tomadura de pelo.

Lo malo de las t...

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Los toros estaban absolutamente inválidos. Que salgan absolutamente inválidos los toros, todos sin excepción; que el presidente devuelva uno y el sobrero sea un gato tan inválido como el inválido al que sustituía; que luego no le dé la gana de devolver ninguno más; que por la misma razón le regale una oreja a Espartaco; que los toreros se pongan a pegar pases a los toros inválidos con aires de kamikazes en la batalla de Guadalcanal; que la mitad selos den al aire porque los toros están en el suelo, todo eso, por junto y por separado, es una solemne tomadura de pelo.

Lo malo de las tomaduras de pelo, cuando de público de toros se trata, es que le toman también la cartera. No a la manera de los tomadores del dos, sino con la taquilla abierta, venga poner billetes verdes los aficionados sobre el mostrador, que después se repartirán los responsables de la tomadura de pelo. Y, mientras tanto, la que llaman autoridad competente, silbando El sitio de Zaragoza.

Aldeanueva / Domínguez,

Espartaco, PonceCins de Aldeanueva, desiguales de presencia, todos escandalosamente inválidos; 1º, sobrero de Carlos Núñez, sin trapío, tan inválido como el absoluto inválido del hierro titular al que sustituyó. Roberto Domínguez: estocada (aplausos y también pitos cuando saluda); estocada delantera contraria y dos descabellos; rebasó en un minuto el tiempo reglamentario sin que sonara el aviso (oreja). Espartaco: estocada (oreja abroncada y vuelta protestada); estocada corta desprendida (silencio). Enrique Ponce: media y rueda de peones (petición y dos vueltas); pinchazo hondo, rueda de peones, descabello -aviso- y dos descabellos (vuelta). Plaza de Valencia, 19 de marzo (tarde). l4ª y última corrida fallera. Lleno de "no hay billetes".

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Bueno, sí, de acuerdo: hay una ley. Hay una ley flamante, calentita, que, según se ha demostrado ya en Valencia, no sirve para nada. Pues el problema de la fiesta no era que careciese de normativa; era que no había voluntad de aplicarla. En el Ministerio del ramo se justificaban diciendo que faltaban las potestades administrativas para legalizar esa aplicación. Y bien, ya están aquí, flamantes y calentitas, las potestades administrativas, pero las corridas que torean las Figuras, siguen siendo una tomadura de pelo.

Los toros se caen igual que antes, Alguien debería explicar por qué los toros saltan a la arena enteros, bravos, potentísimos, y dos minutos más tarde, sin que nadie les haya hecho nada, sin que se les aparezca la bruja Pirula en medio del redondel, les cambia el temperamento y se desploman.

En algunas plazas -Valencia, sin ir más lejos- los toreros tienen la fórmula para acallar las protestas y consiste en pegar pases. Cuando llevan dos docenas, siempre hay quien pica y acaba pidiendo la oreja, que es la gran coartada para tomarle el pelo al público sin que al final ocurra nada. También depende, claro, de cómo los peguen. Y así, mientras Espartaco metía pico horrendo, Roberto Dominguez procuraba darlos con gustosa donosura. Luego montó una gran ceremonia para descabellar: venga toqueteos; que voy y que vengo; ahora me agacho, lo miro y lo remiro; a la una, a las dos, a las tres, ¡haleop!. Descabelló al segundo intento, aunque el público lo celebró como si hubiera escalado el Himalaya.

Toreo ajustado a los cánones, finísimo y variado es el que hizo Enrique Ponce, y en cambio le trataron muy injustamente. El presidente, después de regalar a Espartaco una oreja que no había pedido casi nadie, denegó la que pedía para Ponce casi todo el mundo; después de perdonarle un aviso a Roberto Domínguez, a Ponce se lo envió puntualísimo. O sea, que así se escribe la historia. Por ejemplo, la historia de esta feria fallera dirá que triunfaron Roberto Domínguez y Espartaco, y asunto concluido. Y si los toros se caían, muertos están ya, que no pernean.

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