FALLAS DE VALENCIA

Manuel Caballero, el conquistador

Manuel Caballero conquistó ayer Valencia. Manuel Caballero sigue en plan conquista, como en la temporada anterior y, plaza a donde acude, plaza que toma por asalto. No a lo bruto, claro, que Manuel Caballero es torero civilizado y tranquilo. Simplemente, va y torea. Quizá de todos los toreros en activo -se incluyen matadores de alternativa, novilleros punteros y coletudos sin graduación-, es el que mayor número de veces ha salido por la puerta grande de las más importantes plazas, que en eso consiste conquistar. Todo seguido, sin solución de continuidad y casi sin tiempo de saborear los respec...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Manuel Caballero conquistó ayer Valencia. Manuel Caballero sigue en plan conquista, como en la temporada anterior y, plaza a donde acude, plaza que toma por asalto. No a lo bruto, claro, que Manuel Caballero es torero civilizado y tranquilo. Simplemente, va y torea. Quizá de todos los toreros en activo -se incluyen matadores de alternativa, novilleros punteros y coletudos sin graduación-, es el que mayor número de veces ha salido por la puerta grande de las más importantes plazas, que en eso consiste conquistar. Todo seguido, sin solución de continuidad y casi sin tiempo de saborear los respectivos triunfos, el año pasado salió a hombros por las puertas grandes de las plazas de Las Ventas de Madrid, Maestranza de Sevilla, Monumental de Barcelona -¿se ha dicho algo?- y nada más empezar la temporada presente, por la de Valencia.Decir que Madrid, Sevilla, Barcelona y, ahora, Valencia, se han hecho caballeristas sería excesivo, y además inútil, que esa es palabra de compicada pronunciación. Para que Manuel Caballero pueda consolidar sus conquistas implantando el caballerismo aún le falta un trecho, no se sabe si corto o largo, y ese trecho lo recorrerá en cuanto llegue a depurar su toreo. Porque una cosa es ganar triunfos, alborotar cotarros, salir a hombros por puertas grandes, conquistar plazas, y otra convencer.

Núñez / Caballero, Finito, Senda

Novillos de Carlos Núñez, tres primeros chicos, resto con trapío, encastados, pastueños 1º, 4º (sobrero, en sustitución de un inválido) y 5º. Manuel Caballero: estocada corta ladeada y descabello (oreja); estocada caída y dos descabellos (oreja, petición de otra y dos vueltas al ruedo); salió a hombros por la puerta grande. Finito de Córdoba: tres pinchazos, media y rueda de peones (silencio); pinchazo perdiendo la muleta, otro hondo, estocada corta delantera y descabello (ovación y salida al tercio). Paco Senda: pinchazo perpendicular bajísimo, otro trasero caído, tres pinchazos más -aviso- y estocada corta descaradamente baja (silencio); bajonazo perpendicular, rueda de peones y cuatro descabellos (palmas).Plaza de Valencia, 14 de marzo. Séptima corrida fallera. Tres cuartos de entrada.

Más información

El público valenciano aplaudía a Manuel Caballero, coreaba sus muletazos, aclamaba algunos pasajes de sus faenas, le hizo dar dos vueltas al ruedo en un ambiente de verdadero entusiasmo, y hacía bien el público, si le gustaba, pues sobre gustos no hay nada escrito, y cada cual tiene el suyo, a mucha honra. Mas si de toreo puro y estricto se trata, esa es distinta cuestión. Manuel Caballero construía bien sus faenas, enlazaba pases con facilidad, los instrumentaba con ritmo, trenzó cambio de mano y trincherilla con tanto arte que esa ligazón de suertes constituyó una hermosura, y le era fácil todo eso, ya que los propios novillos poseían'unas embestidas dulces, pastueñas y rítmicas. Pero contradecía la propia naturaleza del toreo -aquella que llamamos parartemplar-mandar- toreando con la suerte descargada, de costadillo o medio de espaldas, el picopicazo aliviando la cercanía del toro.

Es lamentable que los toreros utilicen estas triquiñuelas cuando les salen toros de dulces, pastueñas y rítmicas embestidas, porque no les sirven para nada, salvo para desmerecer las faenas y adocenar las suertes. Y sí, conquistarán plazas a pesar de todo, pero esas son conquistas sujetas a revisión, y les pueden durar lo que Kuwait a los iraquíes. O, a lo mejor, ni las conquistan. Le sucedió a Finito de Córdoba, que pisó el ruedo valenciano con aires de muchas suficiencias y, precisamente por emplear los picos, los costadillos, las suertes descar'gadas, sin siquiera sentir un toque de inspiración que le permitiera ligar hermosas trincherillas, se le resistió la plaza.

El valenciano Paco Senda tuvo peor lote, con un novillito noble algo áspero, y un novillazo grande y poderoso que acabó aplomado, y estuvo muy voluntarioso. No podría exigírsele más, por otra parte, pues este es novillero aún poco placeado que no ha tenido la oportunidad de conquistar plazas; ni siquiera la de su tierra. O sea que, concluída la función, sólo había entrado en Valencia, además por la puerta grande, uno de Albacete que se llama Manuel Caballero y tienen ganado el título de conquistador.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En