El 'número dos' del 'cartel de Medellín' se rinde porque dice creer en la justicia

"Me presento porque creo en la justicia colombiana", fue lo único que dijo el martes pasado el narcotraficante Jorge Luis Ochoa al entregarse voluntariamente a los jueces colombianos. Las autoridades consideran a Ochoa el número dos, después de Pablo Escobar, dentro del cartel de Medellín. Su entrega fue recibida con optimismo por el Gobierno. Se cree que detrás de él puede venir incluso la rendición de Pablo Escobar.

Al igual que su hermano Fabio, que el pasado 16 de diciembre decidió cambiar la angustia de la vida clandestina por la cárcel, Jorge Luis escogió el atrio de una igles...

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"Me presento porque creo en la justicia colombiana", fue lo único que dijo el martes pasado el narcotraficante Jorge Luis Ochoa al entregarse voluntariamente a los jueces colombianos. Las autoridades consideran a Ochoa el número dos, después de Pablo Escobar, dentro del cartel de Medellín. Su entrega fue recibida con optimismo por el Gobierno. Se cree que detrás de él puede venir incluso la rendición de Pablo Escobar.

Al igual que su hermano Fabio, que el pasado 16 de diciembre decidió cambiar la angustia de la vida clandestina por la cárcel, Jorge Luis escogió el atrio de una iglesia como escenario para ponerse en manos de las autoridades.Las imágenes de este hecho, que hasta hace poco hubiera sido considerado insólito, las pudieron ver los colombianos gracias a la filmación que hizo la familia Ochoa. Se veía en ella a un Jorge Luis gordo, sonriente, recibiendo la bendición de su madre y acompañado por el ex fiscal de la nación, Carlos Jiménez, una de las personas que más ha abogado en Colombia por la paz con los narcotraficantes.

Jiménez, como fiscal del Gobierno de Belisario Betancur, protagonizó en 1983 el llamado diálogo de Panamá. En él, la mafia ofreció el abandono del negocio, el pago de la deuda externa de Colombia, todo a cambio de no ser extraditado. Este intento se frustró por la negativa norteamericana de buscar una salida negociada.

Ochoa, el mayor del clan que forma con sus hermanos Fabio y Juan David, tiene, según los decretos del Gobierno, la garantía total de la no extradicción. Además gozará de una de condenas y en ningún caso tendrá una pena mayor a los treinta años de prisión. En Estados Unidos, por los delitos de los cuales se le acusa en diferentes tribunales, no podría correr suerte distinta a la de cadena perpetua.

El mayor de los Ochoa nació en 1949. Desde muy joven se puso al frente de actividades relacionadas con el tráfico de estupefacientes. En EE UU hay 11 cargos contra él; en Colombia le reclaman tres tribunales. También ha sido reclamado por jueces de España, Italia y países del Caribe.

En dos oportunidades Jorge Luis Ochoa escapó de la extradicción a EE UU. La primera en 1986, cuando la justicia española optó por dar prioridad a la solicitud formulada por un tribunal colombiano que le acusaba de contrabando de toros de lidia, sobre la petición de EE UU por delito de narcotráfico. Ochoa estuvo preso en Carabanchel junto al jefe del cartel de Cali, Gilberto Rodríguez Orejuela, de noviembre de 1984 a julio de 1986.

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En diciembre de 1988 fue detenido en Colombia y después de una serie de trucos jurídicos salió de la cárcel por la puerta grande. Desde entonces vivía en la clandestinidad.

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