Editorial:

Soluciones y apaños

LAS EMPRESAS del textil y UGT han alcanzado, tras un año de conversaciones, un principio de acuerdo que, si se materializa en un pacto formal como se espera, va a permitir practicar reducciones temporales de empleo de hasta 90 días al año en aquellas empresas más afectadas por la crisis de demanda que sufre el sector. La patronal maneja la hipótesis de que será necesario reducir temporalmente y durante cuatro años alrededor del 15% de los 215.000 empleos fijos del sector, cálculo que afecta a 32.000 trabajadores.Se trata de un acuerdo importante, pero, al mismo tiempo, insuficiente si no va ac...

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LAS EMPRESAS del textil y UGT han alcanzado, tras un año de conversaciones, un principio de acuerdo que, si se materializa en un pacto formal como se espera, va a permitir practicar reducciones temporales de empleo de hasta 90 días al año en aquellas empresas más afectadas por la crisis de demanda que sufre el sector. La patronal maneja la hipótesis de que será necesario reducir temporalmente y durante cuatro años alrededor del 15% de los 215.000 empleos fijos del sector, cálculo que afecta a 32.000 trabajadores.Se trata de un acuerdo importante, pero, al mismo tiempo, insuficiente si no va acompañado de otras medidas que conduzcan a la transformación en profundidad que necesita el textil español. La dramática situación de algunas empresas, cinco años después de la primera reconversión del sector, exige nuevas soluciones para restablecer su competitividad, especializar sus productos, entrar en nuevos mercados, proseguir la renovación tecnológica y abandonar la idea, tan cómoda como falsa, de que los productos se venden fundamentalmente si son baratos. Ajustar la plantilla a las estrecheces del mercado permite sobrevivir a un momento de penuria, pero no remediará los peligros de fondo del sector.

El textil, que antes de la entrada de España en la CE disfrutaba de aranceles de hasta el 300% en algunos productos, compite a duras penas en un mercado desregulado y abierto. Si históricamente desaprovechó oportunidades de oro, como la de la Primera Guerra Mundial, para penetrar sólidamente en el mercado europeo, se encuentra ahora con una oferta poco competitiva y soportando el acoso de la economía sumergida, fácil de implantar en subsectores con un componente tecnológico poco avanzado.

Los sindicatos piden que la patronal concrete un plan industrial que permita completar los parches laborales y saber cómo será el futuro del sector. La situación choca, sin embargo, con las dificultades que conlleva redimensionar a la baja el sector textil, reduciendo el número de empresas que hay en España, más de 20.000 según la patronal.

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La UGT exige también que se ponga en marcha el llamado contador cero para que los trabajadores afectados por reducciones de empleo mantengan íntegramente su derecho a cobrar el máximo de prestación de desempleo si un día ingresaran en el paro. Sin embargo, este tipo de medidas laborales, articuladas en su día desde el Ministerio de Industria para acometer la reconversión que dirigió el entonces titular del departamento, Carlos Solchaga, parecen más difíciles de lograr ahora. La Administración ha insistido ante las partes en que su participación en estas negociaciones es subsidiaria, y los apoyos públicos, si los hubiere, están subordinados a que los protagonistas alcancen un acuerdo definitivo. Industria no puede garantizar, al menos de momento, que llegue a aplicarse al sector textil el contador cero, algo que UGT considera irrenunciable. Todos los implicados deberían hacer un esfuerzo para llegar a un acuerdo, aunque ninguno de ellos debería quedar satisfecho con este apaño, defendible sólo si se enmarca en una política global.

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