Crítica:ROCK

Aprobado 'cum laude'

Adiós AmigoLa música joven hispana, cuando lo es, ofrece voluntariosos ejemplos de intérpretes y formaciones que caminan a la búsqueda de identidades propias. Cuando no lo es tanto, especula con mayor o menor acierto sobre las pautas común mente aceptadas como provenientes del mundo anglosajón.Estos tipos -Adiós Amigo- saben lo que se hacen. Son músicos curtidos en ambas direcciones. pero en Universal Club perpetraron un ejercicio de reconstrucción histórica que enmascaró una de sus dos personalidades.

Adiós Amigo canta en inglés y recrea las influencias que los Stones deglutiero...

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Adiós AmigoLa música joven hispana, cuando lo es, ofrece voluntariosos ejemplos de intérpretes y formaciones que caminan a la búsqueda de identidades propias. Cuando no lo es tanto, especula con mayor o menor acierto sobre las pautas común mente aceptadas como provenientes del mundo anglosajón.Estos tipos -Adiós Amigo- saben lo que se hacen. Son músicos curtidos en ambas direcciones. pero en Universal Club perpetraron un ejercicio de reconstrucción histórica que enmascaró una de sus dos personalidades.

Adiós Amigo canta en inglés y recrea las influencias que los Stones deglutieron y tradujeron en éxito planetario allá por los sesenta y los primerísimos setenta. Su concepto del rhythm and blues es básico y elegantemente comedido. Adiós Amigo sacrifica el virtuosismo en potencia de sus músicos en aras del poderío.

Antonio Fernández (guitarra y coros), Esteban Hirschfeld (teclados), Sergio O

Cases (voz, armónicas), Fernando Rubio (guitarra, coros, armónica), Juanjo Rodríguez (bajo, coros) y Alfonso Lautero (batería). Universal Club, Madrid, 23 de noviembre. Aforo: 500 personas. Precio: 1.000 pesetas con consumición.

Vigor y contundencia caracterizan a la sección rítmica. Las guitarras apuntalan las tonalidades con machacona decisión, pero frascos y punteos de un muy brillante Fernando Rubio se intercalan con insólita oportunidad.

Satánicas majestades

Algo similar ocurría al principio del concierto con el teclista Esteban Hirschfeld, quien, lamentablemente, pasó a un segundo plano después de los primeros temas del concierto. Esta omisión ayudó a materializar unas sombras que se paseaban por el escenario, y el público creyó identificar los conocidos perfiles de sus satánicas majestades.No sería precisamente el vocalista Sergio O. Cases quien ahuyentase esta visión. Pleno de garganta y de movimientos, Sergio O. Cases lleva a cabo un empleo percusivo de la voz que se imbrica perfectamente en el martilleo instrumental.

Estos tipos saben lo que hacen y, además, parecen pasarlo en grande. Su currículo personal revela que todos ellos militan en bandas punteras del panorama nacional (El último de la Fila, Gabinete Caligari, Cerro Blues, Desperados y Distrito V). Poseen, por tanto, la toga adquirida tras años de dedicación a una sola disciplina, el rock.

La clase que dieron en Universal Club fue magistral, y así lo entendieron los alumnos aplicados de las primeras filas. Sin embargo, los estudiantes pusilánimes saben que la asistencia a los seminarios -aunque puntúa- es optativa. Y el que Adiós Amigo impartió esa noche versó sobre una materia muy concreta. Ésta es su virtud y su riesgo, pues la biblioteca aguarda a los sesudos estudios que no alcanzan un puesto en los escaparates de las librerías.

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