Reportaje:

Niños bajo sospecha

Los padres de los alumnos de un colegio de Andújar rechazan a cinco chavales por 'conflictivos'

Sólo 31 alumnos del colegio público José Ruiz de Gordoa, en Andújar (Jaén), asistieron ayer a clase. Desde el pasado jueves, un nutrido grupo de padres boicotea a escolarización en el centro de cinco niños gitanos, entre 8 y 12 años, que nunca habían pisado un colegio. "No hay ni una pizca de racismo", alegan los padres. El centro tiene un 25% de escolares de etnia gitana y nunca antes habían surgido problemas de este tipo. Los profesores dicen que los niños no tienen un comportamiento conflictivo, simplemente "han roto los esquemas del centro".

Antes de la nueve de la mañana, vario...

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Sólo 31 alumnos del colegio público José Ruiz de Gordoa, en Andújar (Jaén), asistieron ayer a clase. Desde el pasado jueves, un nutrido grupo de padres boicotea a escolarización en el centro de cinco niños gitanos, entre 8 y 12 años, que nunca habían pisado un colegio. "No hay ni una pizca de racismo", alegan los padres. El centro tiene un 25% de escolares de etnia gitana y nunca antes habían surgido problemas de este tipo. Los profesores dicen que los niños no tienen un comportamiento conflictivo, simplemente "han roto los esquemas del centro".

Antes de la nueve de la mañana, varios corrillos de madres alborotadas custodian el acceso al colegio, que alberga a 608 alumnos y está situado en la barriada periférica de la Paz, también conocida como casas UVA (unidades vecinales de absorción), levantadas en tiempos del franquismo. Es el cuarto día que se apoltronan en las entradas del centro para disuadir al resto de los padres de que lleven a sus hijos a clase. Todas hablan a la vez y únicamente hacen una pausa para proclamar al unísono que en este asunto "no hay una pizca de racismo". Presas de indignación, las madres aseguran que los cinco niños gitanos, para los que piden la expulsión o el traslado, son delincuentes y dan mal ejemplo a sus compañeros.Les acusan de distribuir droga, intimidar a sus hijos y sembrar el patio escolar de jeringuillas.

Mientras discuten y acuerdan futuras decisiones -vigiladas de cerca por media docena de policías-, en el interior del colegio los alumnos objeto de la polémica atienden a las indicaciones de su maestra, Matilde.

Según los padres que se agolpan en la puerta, uno de estos niños insultó a la profesora, enviada especialmente por la Consejería de Educación, y le hizo proposiciones obscenas. La maestra lo niega, como niega también que sus alumnos tengan una actitud agresiva. "Se comportan de una manera normal si se tiene en cuenta que jamás habían sido sometidos a ninguna disciplina; es imposible mantenerlos cinco horas quietos, pero demuestran mucho interés por aprender".

Aula especial

El Ayuntamiento de Andújar, municipio que no llega a los 40.000 habitantes, inició un censo de niños que no acuden al colegio. El balance fue de 167 absentistas (el 3,18% de la población escolar), 85 sin escolarizar (el 1,5%) y 41 con edad próxima para asistir a clase.Junto con la Consejería de Eclucación se elaboró un plan para distribuir a los niños este curso en los nueve centros públicos de Andújar, que se completan con siete concertados.

Según relata el alcalde, el socialista José Antonio Arcos, se detectó un grupo que no había recibido antes ningún tipo de educación, por lo que determinó reunirlos en un aula para ser atendidos de una forma especial. En principio eran 16, después nueve, más tarde en siete y finalmente en cinco.

Los chavales proceden de un núcleo de 80 viviendas a las que: se conoce como sector Huelva. Con anterioridad, los niños habían vivido en un asentamiento de chabolas en las afueras del pueblo, demolidas en el transcurso de un plan de erradicación del chabolismo.

Pese al enconado conflicto, el alcalde afirma que en Andújar no hay racismo, "pero siempre existe rechazo hacia los grupos marginales; este caso es de falta de solidaridad".

José Antonio Arcos recuerda las movilizaciones que se produjeron hace unos meses cuando se intentó alojar a un grupo de disminuidos psíquicos en un bloque de pisos del centro del pueblo. "Se armó el mismo revuelo; luego, cuando se ven en la televisión imágenes de la Intifada y problemas del Tercer Mundo, todos se apresuran a manifestar su compasión".

En igual sentido se manifiesta la concejala de Bienestar Social, Beatriz Cerón, que opina que los cinco niños gitanos son víctimas del repudio de los vecinos hacia la droga y la miseria. "Se les identifica con la delincuencia porque nadie quiere la pobreza a su lado, pero ellos son niños y no son culpables de lo que hagan su padres".

El psicólogo Luis Anera, adscrito a la concejalía, atribuye el problema al malestar que ha supuesto la escolarización de los cerca de 300 niños que este año han ingresado en la escuela, "porque han removido las estructuras". Anera refuerza su tesis: en Andújar, donde se calcula una población de 2.000 personas de raza gitana, existen familias de esta etnia desde el siglo XVIII.

Aunque las versiones son contradictorias, al parecer, el detonante del conflicto fue el traslado de los cincos niños dentro de las mismas dependencias del colegio. "Como no conocían la infraestructura del centro", explica el director de la escuela, Antonio Reche, "se metieron en los servicios destinados a los alumnos de preescolar. Un profesor se dirigió a ellos, algunos padres vieron la escena, y a partir de aquí empezó a correr el bulo de que estaban escondiendo droga y otros rumores sin fundamento".

Ninguno de los chavales tiene antecedentes penales ni ha ocasionado problemas, según los informes pedagógicos elaborados por la dirección del centro. Los padres de los alumnos tenían previsto celebrar en la tarde de ayer una asamblea para tratar el problema.

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