La vigilia de los campesinos

Cientos de campesinos procedentes de las aldeas más humildes de todas las regiones de El Salvador pasaron la noche del jueves al viernes en vigilia ante las tumbas de los seis jesuitas asesinados hace un año. "Es lo único que podemos hacer por ellos que tanto hicieron por los pobres", comentaba la mayoría.

Parte de la noche la compartieron con ellos el subsecretario de Asuntos Exteriores, Inocencio Arias, y el director general de Iberoamérica, Yago Pico de Coaña, que no pudieron sustraerse a la emoción general. "El Gobierno español no va a olvidar más esto", dijo Arias.

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Cientos de campesinos procedentes de las aldeas más humildes de todas las regiones de El Salvador pasaron la noche del jueves al viernes en vigilia ante las tumbas de los seis jesuitas asesinados hace un año. "Es lo único que podemos hacer por ellos que tanto hicieron por los pobres", comentaba la mayoría.

Parte de la noche la compartieron con ellos el subsecretario de Asuntos Exteriores, Inocencio Arias, y el director general de Iberoamérica, Yago Pico de Coaña, que no pudieron sustraerse a la emoción general. "El Gobierno español no va a olvidar más esto", dijo Arias.

"Queremos que se castigue a todos los culpables", añadió el representante del Gobierno. "No sólo a los jefecillos. La credibilidad del Gobierno salvadoreño está en juego en este asunto".

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Arias manifestó: "Ya es hora de que se resuelva el caso, porque uno tiene ya derecho a preguntarse cuánto va a durar la investigación". Advirtió que "España no está dispuesta a correr un velo si dentro de cuatro o cinco meses se echa tierra sobre este asunto". "No nos quedaríamos de brazos cruzados, y aunque no puedo adelantar cuál sería nuestra reacción si no hay resultados en cuatro o cinco meses, sí consideramos la posibilidad de realizar gestiones ante la Comunidad Europea y ante Estados Unidos", anunció.

La actitud de los enviados del Gobierno vino a limpiar la imagen transmitida por España ante los jesuitas a través del embajador en El Salvador, Francisco Cádiz, de quien los compañeros de los sacerdotes asesinados dicen que no comprenden cómo un año después de la matanza puede seguir en su puesto.

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