Los 'niños-abuelos' de la Unión Soviética

Españoles en la URSS y soviéticos en España, esperan mejorar su situación con la visita de Gorbachov

"En la Unión Soviética éramos los españoles, aquí somos los rusos, pero los unos por los otros, nuestros problemas siguen sin encontrar solución", se lamentan. Muchos de aquellos niños exiliados durante la guerra civil son hoy abuelos con dificultades. Suspiran por conseguir una vivienda social que les permita sobrevivir con unas pensiones máximas de 20.000 pesetas mensuales. Confían en que la visita del presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, a España contribuya a resolver sus problemas. Esperanza lejana, porque los niños no estuvieron en la agenda del viaje oficial.

Ana Vicente Ribas ...

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"En la Unión Soviética éramos los españoles, aquí somos los rusos, pero los unos por los otros, nuestros problemas siguen sin encontrar solución", se lamentan. Muchos de aquellos niños exiliados durante la guerra civil son hoy abuelos con dificultades. Suspiran por conseguir una vivienda social que les permita sobrevivir con unas pensiones máximas de 20.000 pesetas mensuales. Confían en que la visita del presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, a España contribuya a resolver sus problemas. Esperanza lejana, porque los niños no estuvieron en la agenda del viaje oficial.

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Ana Vicente Ribas tiene 66 años y una sola ilusión: vivir "con dignidad" en la tierra que la vio nacer y de la que estuvo ausente más de medio siglo. Durante 50 años ha soñado con volver, aun que nunca imaginó que el regreso fuera tan amargo.Los niños siguen volviendo. Es un lento goteo de personas ma yores que han aguardado hasta la jubilación. Ana, una filóloga que impartía clases de español y alemán en la Universidad de Kiev, cambió Ucrania por Madrid a comienzos de 1990, pero su pensión aún nó ha cruzado la frontera. Tampoco ha cobrado subsidio de emigrante por ser jubilada. "Desde que estoy aquí no he cobrado ni un céntimo, y vivo gracias a los amigos que me han acogido", explica esta riojana que desearía traer a sus dos hijos y a su hermana Ester, residente en Moscú. A pesar de las dificultades, que le hicieron incluso escríbir a la reina Sofía -misiva que obtuvo como respuesta el envío de su caso al Ministerio de Trabajo-, Ana no se arrepiente del retorno. "Cuanto más tiempo pasas fuera, mayores son las gacnas de volver, aunque sólo sea para morir", dice.Cobrar la pensión tampoco soluciona todo. A Maximiano Santos Calle, palentino de 66 años, le llega justo para pagar la habitación de un hostal madrileño. "Y es un cuarto sin ventana" matiza este ingeniero de caminos jubilado que regresó hace dos años. Las 20.000 pesetas mensuales que cobra, muchas veces con retraso, no dan más que para el techo. Las 300 pesetas que gasta en comer en centros de la tercera edad las saca de las clases de dibujo y matemáticas que imparte esporádicamente. "Para nosotros, la guerra civil no ha terminado", sentencia.

Ana y Maximiano, como María García, Colombina Fernández y otros muchos, viven con dos esperanzas: la equiparación de sus pensiones soviéticas -entre 10.000 y 20.000 pesetas al mes- con las españolas y conseguir una vivienda social, objetivo ya logrado por algunos de los retomados. "Si tuviera un techo, me traería a mi mujer que sigue allí porque no la puedo mantener", dice Maximiano.

La visita a Espada de Gorbachov ha levantado expectación entre quienes, hasta hace poco, fueron sus conciudadanos. "A ver si nos arregla la jubilación. También queremos que se facilite la salida de nuestros hijos" pide la presidenta de la Asociación de Exiliados y Retornados de la URSS, Ester Muñoz. Las perspectivas no son halagüeñas. Los problemas de los niños no figuraron en la apretada agenda de la visita oficial. Existe, desde el año pasado, un convenido hispano-soviético sobre seguridad social, pero no ampara a este grupo, según informa el Ministerio de Asuntos Exteriores. Este departamento y el de Trabajo estudían la posibilidad de aplicarles una cierta equiparación, por otra vía, de las jubilaciones soviéticas con las españolas. Pero el futuro es demasiado lejano para quienes ya han cumplido los 60 años. "Como no se den prisa, no hará falta que arreglen nada, porque ya estaremos muertos", responden los niños. A menudo piensan en los 500 compañeros que todavía residen en la URSS. Según Exteriores, el 65% o 70% desea regresar.

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