SEMANA DE CINE DE VALLADOLID

Una dura película sobre la vida en Perú emociona al publico del festival

Una programación que desde el primer día de proyecciones había situado alto el listón de calidad tuvo en el día de ayer un ligero desmayo. Dos producciones a concurso de diferente procedencia, una israelí y otra canadiense, expresión ambas de la tradición cultural judía, intentan indagar con desigual fortuna en terrenos tan resbaladizos como el de la tolerancia y el derecho al aborto o, en registro diferente,, sobre el entorno interesado que subyace detrás de un líder religioso. El domingo por la noche, el público del festival vallisoletano conoció por fin una de las grandes películas latinoam...

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Una programación que desde el primer día de proyecciones había situado alto el listón de calidad tuvo en el día de ayer un ligero desmayo. Dos producciones a concurso de diferente procedencia, una israelí y otra canadiense, expresión ambas de la tradición cultural judía, intentan indagar con desigual fortuna en terrenos tan resbaladizos como el de la tolerancia y el derecho al aborto o, en registro diferente,, sobre el entorno interesado que subyace detrás de un líder religioso. El domingo por la noche, el público del festival vallisoletano conoció por fin una de las grandes películas latinoamericanas contemporáneas: Caídos del cielo, un riguroso trabajo sobre 10 años de vida peruana basado en un relato del gran escritor Julio Ramón Ribeyro.

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Caídos del cielo fue el gran premio en el último festival de Montreal. Para la noche de ayer estaba previsto el pase del primer y esperado capítulo de la serie televisiva de Vicente Aranda Los jinetes del alba.Falling over backwards, del canadiense Mort Ransen, elige los modos de la comedia con matices dramáticos para hablar del derecho a la divergencia, la tolerancia o las dificultades que entraña toda convivencia. Esta historia urbana y contemporánea de amores reencontrados se desarrolla con soltura, gracia y golpes de efecto no siempre imprevisibles. Con todo, su mayor lastre radica en su carácter de desembozado discurso con postura apriorística: en consonancia con los tiempos que corren, el filme se desliza en su parte final hacia los fáciles terrenos de la reivindicación de la familia y en contra del derecho al aborto, aun cuando formalmente reconoce -algo es algo- el derecho de la mujer a disponer de su propio cuerpo. La culpa y la expíación, el perdón del pecado, la mirada irónica sobre la tradición judía son el sustrato mismo de un filme que comienza muy bien pero que acaba naufragando víctima de su propio discurso.

Parábola

De Hameuad (El predestinado), del israelí Daniel Wachsmann, se puede decir estrictamente lo contrario, comienza siendo una torpe y más bien abstrusa parábola sobre el enfrentamiento, otro más, entre el Bien y el Mal, encarnados por, un ilusionista, hijo y sucesor de un gran rabino, y una extraña mujer que es una especie de Lilit contemporánea. Dejando de lado el tono nada veladamente antifeminista (Lilit es, en la tradición judeo-cristiana, la encarnación de la mujer vindicadora) y a pesar igualmente de que la narración resulta balbuceante, el guión tiene el mérito, no obstante, de saber girar a tiempo sobre sí mismo cuando el interés de la historia comienza a decrecer. El filme se convierte entonces en una crítica clara de la manipulación de la fe de la gente humilde y del fanatismo intransigente de la minoría ultraortodoxa judía.

La noche del domingo, el festival vallisoletano presentó, fuera de concurso, la película hispanoperuano Caídos del cielo, de Francisco J.Lombardi. Ejercicio fascinante de funambulismo, siempre en el límite genérico, siempre rozando lo inverosímil, pero sin caer jamás en la facili,dad, el filme es un riguroso, atroz, airado diagnóstico de 10 años de vida peruana a partir de tres historias que se entrelazan en torno al núcleo de un relato del escritor Julio Ramón Ribeyro.

La mirada de Lombardi, lejos de la complacencia, es honda y desgarradamente pesimista. El trabajo de sus guionistas aleja la película de la superficial blandura naturalista y, con las armas del más ácido humor negro, compone un retrato social en el que nadie sale bien librado. Otra cosa es que esta película, ejemplarmente adulta y con una importante participación ecónomica hispana en su producción, no pueda ser considerada formalmente como española.

Su productor, Gerardo Herrero, denunció en rueda de prensa posterior a la proyección las incongruencias de nuestra legislación de coproducciones que, debido a la falta de un equipo técnico y artístico con fuerte presencia hispana y aun cuando la inversión económica sea en este caso mayoritaria, niega la nacionalidad a la película.

Herrero, no obstante, informó que siguen en curso las gestiones para que la película pueda dejar de ser lo que jurídicamente es en este momento: una película sólo peruana.

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