Quien siembra, recoge

Desde el inicio de los años 20, Francia se ha beneficiado de la visita constante de músicos norteamericanos que incluían jazz en su repertorio. Enseguida surgieron críticos como Hugues Panassié, músicos como Hubert Rostaing y hasta asociaciones como el Hot Club de France, que desplegaban en torno al Jazz actividades más intensas que, las del otro lado del Atlántico.,Todos los grandes músicos de jazz han grabado en París e, incluso movimientos como el promovido por la A. A. C. M de Chicago, ignorados en los Estados Unidos, despertaron el inte"rés. Todo este bagaje no podía ser en vano y, hoy, F...

Desde el inicio de los años 20, Francia se ha beneficiado de la visita constante de músicos norteamericanos que incluían jazz en su repertorio. Enseguida surgieron críticos como Hugues Panassié, músicos como Hubert Rostaing y hasta asociaciones como el Hot Club de France, que desplegaban en torno al Jazz actividades más intensas que, las del otro lado del Atlántico.,Todos los grandes músicos de jazz han grabado en París e, incluso movimientos como el promovido por la A. A. C. M de Chicago, ignorados en los Estados Unidos, despertaron el inte"rés. Todo este bagaje no podía ser en vano y, hoy, Francia cuenta con un cartel de músicos capaces de hacer oír su propia voz, `edita dos de las revistas especializadas más veteranas y posee una interminable lista de clubes de jazz.

Si la primera fila de músicos franceses (Martial Solal, Michel Portal o Michel Petruccianni) está en condiciones de ofrecer su visión original del jazz, la segunda se dedica a seguir los modelos americanos. El trío que actúa estos días en el Café Central tiene sus referencias en el de Bill Evans, vía Richie Beirach, pero hace sus Oinitos arreglando clásicos como If I should lose you con discretas pinceladas de su cosecha e interpreta las composiciones propias de Paillard con la compenetración que sólo se consigue con trabajo diario y tranquilidad de ánimo.