Una muestra única en Europa desvela los misterios de la "ciudad prohibida" de Pekín

La exposición se inagura hoy en Rotterdam

En 1924, el emperador chino Pu-yi, último representante de la dinastía Qing, abandonó su palacio de 9.000 habitaciones y 270.000 metros cuadrados situado en el corazón de Pekín. Desde su abdicación, en 1911, había vivido confinado tras los muros de la ciudad prohibida, un recinto que ahora desvela parte de sus misterios en una exposición única en Europa inaugurada hoy, tras cinco años de conversaciones, en el museo Boymans-van Beuningen, en Rotterdam.

La revolución china acabó con los emperadores Qing, y transformó su inmenso palacio en museo entre 1925 y 1947. Su construcción había cul...

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En 1924, el emperador chino Pu-yi, último representante de la dinastía Qing, abandonó su palacio de 9.000 habitaciones y 270.000 metros cuadrados situado en el corazón de Pekín. Desde su abdicación, en 1911, había vivido confinado tras los muros de la ciudad prohibida, un recinto que ahora desvela parte de sus misterios en una exposición única en Europa inaugurada hoy, tras cinco años de conversaciones, en el museo Boymans-van Beuningen, en Rotterdam.

La revolución china acabó con los emperadores Qing, y transformó su inmenso palacio en museo entre 1925 y 1947. Su construcción había culminado en 1420 durante el mandato de la dinastía Ming, y marcó la elección de Pekín como capital del país en 1421. Decorados en rojo y oro, los edificios del monumento más completo de China ocupan una superficie de 150.000 metros cuadrados. En ellos se desarrolló la vida de 24 emperadores, y allí pasó Pu-Yi (Xuantong) 15 años recluido en su ala posterior. Antes de su abdicación, sus antepasados dirigieron un imperio colosal en una fortaleza donde convivían hasta 100 esposas y concubinas, numerosos hijos, profesores de caligrafía y música, además de soldados, políticos e incontables criados.La crónica de sus actividades cotidianas entre 1644 y 1911 ha sido reconstruida en Rotterdam sobre un centenar de artículos desconocidos procedentes precisamente de la dinastía Qing. Ordenados de forma espectacular en una sala con temperatura e iluminación controladas, aparecen uniformes militares y vestidos de corte y ceremonia bordados con maestría. Los retratos del emperador Qianlong (17111799), que gobernó 60 años, y de su esposa, la malograda emperatriz Xiaoxian, desvelan la influencia europea en el uso de la perspectiva y las sombras. Realizados en seda, ambos han sido atribuidos a Giuseppe Castiglione, un jesuita italiano que trabajó como pintor de corte entre 1715 y 1766.

Junto a los rostros de estos gobernantes aparecen escenas de la vida en palacio, los viajes reales, fiestas y matrimonios, representados en rollos de seda primorosamente ilustrados. En todos ellos aparece reflejada la jerarquización de la sociedad china centrada en torno a la figura real, el hijo del Sol y eje sobre el que giraba el mundo.

Pintores posimpresionistas

La combinación de intimismo y espectacularidad, y sobre todo el culto a la naturaleza, marcan también otra exhibición singular de la temporada holandesa dedicada a los pintores posimpresionistas.

Inaugurada el sábado por el barón Hans-Heinrich ThyssenBornemisza, en el museo Noordbrabants, al sur del país, incluye un centenar de lienzos firmados, entre otros, por Gauguin, Tolousse-Lautrec, Van Gogh, Cézanne, Picasso, Pissarro, Kandisky y Monet. Doce de las obras pertenecen a la colección que Thyssen guarda en Villa Favorita (Lugano, Suiza). El resto procede también de colecciones privadas. Titulada Una fiesta de color y presentada sobre el cuadro Mata Mua, de Gauguin, recoge las principales tendencias pictóricas desarrolladas entre 1880 y 1910, cuando el impresionismo se desintegraba como movimiento artístico.

Una fiesta de color desvela también la belleza de obras posimpresionistas holandesas no tan conocidas y firmadas por Isaac Israels y George Breitner.

Ambas ocupan la segunda planta del museo Noorcibrabants, que ha cuidado mucho sus medidas de seguridad. El pasado 27 de junio, en el mismo lugar, fueron sustraídos tres lienzos de Van Gogh que aún no han sido recuperados.

En esta ocasión, el seguro de los cuadros ha costado 5.000 millones de pesetas. La muestra ha sido patrocinada, en este caso por el grupo inversor holandés Noro, una forma de mecenazgo cada vez más común en los Países Bajos.

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